Investigadores brasileños realizan un estudio sistemático sobre los efectos de los programas de ejercicio físico sobre los pacientes con Parkinson. El estudio se ha publicado en la revista Plos One
Para pacientes con Parkinson, enfermedad relacionada con la degeneración del sistema nervioso, que afecta principalmente a la coordinación motora, la práctica de actividades físicas podría ejercer influencias positivas sobre la función cognitiva.
Sin embargo, para definir cuáles son las actividades con mejor desempeño para estos pacientes es importante investigar el efecto de varias intervenciones y relacionarlas de acuerdo a las necesidades de los diferentes tipos de manifestación de la enfermedad.
Como es conocido, el Parkinson es progresivo y puede variar de muchas maneras entre los pacientes. Se sabe que entre el 25% y el 30% de los pacientes tienen deficiencias cognitivas y el 50% demuestra un descenso cognitivo en los primeros tres a cinco años de la enfermedad.
El llamado “déficit cognitivo ligero” es un síndrome de la función cerebral que implica la presencia y la evolución de daños cognitivos mayores que los esperados para el grupo de edad de una persona. Sin embargo, este descenso cognitivo no llega a representar problemas para las actividades del día a día.
Los estudios realizados con pacientes de Parkinson indican que aquellos que sufren este síndrome en el primer año pueden desarrollar un gran riesgo de sufrir también demencia. En datos concretos, más del 25% de los pacientes con el déficit presentaron demencia tras 3 años de seguimiento.
Después del análisis de 169 artículos científicos sobre estudios científicos relacionados a prácticas terapéuticas para pacientes con Parkinson, publicados en los últimos diez años, investigadores brasileños, asociados a varias universidades en el país, revisaron nueve estudios que mostraron relevancia sobre el tema.
Entre estos estudios, tres se realizaron en Canadá, dos en Estados Unidos, dos en Brasil, un en Italia, y uno en Australia. La mayoría de los participantes de los estudios eran hombres, con una edad media entre 59 y 71 años. En el estudio, la etapa de la enfermedad fue detectada entre ligera a moderada, y la duración oscilaba entre 4 a 11 años.
Entre las intervenciones analizadas, se aplicaron diversas formas de ejercicios físicos: danza, Tai-Chi, bicicleta estacionaria, entrenamiento en estera rodante, entrenamiento cognitivo combinado con entrenamiento motor y ejercicios combinatorios que incluían estiramiento, fuerza, coordinación y equilibrio.
En el análisis general de los estudios, los investigadores observaron que los programas promovieron efectos positivos y significativos en la función cognitiva, las respuestas, la atención y la concentración y la flexibilidad mental de los pacientes que participaron en los estudios. Entre todas las actividades analizadas, el entrenamiento en cinta rodante, realizado tres veces por semana, con una duración media de 60 minutos y un período de 24 semanas, mostró mejores resultados para la función cerebral.
Los investigadores resaltan que es necesario actuar sobre las primeras etapas de la enfermedad, cuando comienza el daño cognitivo para poder ofrecer estrategias preventivas. “Los profesionales que están directamente involucrados en programas de rehabilitación deberían entender el papel de la cognición para las habilidades motoras, y así poder administrar un programa de ejercicios adecuado”, afirman.
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