Hoy, 16 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Alimentación con el lema “Una alimentación sana para un mundo #HAMBRECERO”.
Para sumarnos a la campaña, reunimos especialistas de la red universitaria en que colabora FUNIBER para ofrecer recomendaciones para una alimentación más sostenible que ayude a evitar daños al medio ambiente además de reducir problemas de suministro a las poblaciones más vulnerables.
Al mismo tiempo, FUNIBER ofrece becas de estudio para cursar la nueva versión de la especialización en Nutrición y Dietética Aplicada de la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO), que se inicia este mes en la modalidad online.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
Dra. NELLY OROZCO. Coordinadora del Doctorado en Salud Pública de la Universidad Internacional Iberoamericana (UNINI-MX).
Es una tarea enorme, pero debemos identificar los principales problemas y retos para hacer intervenciones en los asuntos más importantes:
- Se debe cambiar el modo de producción, estableciendo nuevas relaciones sociales de producción, con usos sustentables de los recursos naturales.
- Cumplir con una ética de negocios, con un compromiso entre el gobierno, los empresarios y los productores, mediante la producción de bienes y prestación de servicios.
- Investigar y trabajar las energías renovables
- Fortalecer leyes que propicien la construcción de un mundo saludable
- Impulsar asignaturas obligatorias en educación básica sobre ambientalismo, así como sustentabilidad.
- Invertir en instituciones dedicadas a la investigación de alto nivel para la resolución de problemas, diagnósticos oportunos, implementación de estrategias de investigación y comprobación de resultados.
RECOMENDACIONES PARA LA PRODUCCIÓN ALIMENTARIA
Dra. ELENA SÁNCHEZ. Dra. en Biología Vegetal y Máster en Agrobiología Ambiental por la Universidad de Barcelona, profesora del área de Medio Ambiente de la Universidad Internacional Iberoamericana (UNINI-MX).
Dentro de los efectos del cambio climático que estamos presenciando en la actualidad se encuentran el aumento de temperatura y la intensidad de la sequía, que reducen considerablemente las disponibilidades hídricas del suelo.
Uno de los efectos claros del estrés hídrico en las plantas es el cierre estomático y la reducción de la tasa fotosintética, trayendo consigo una menor acumulación de biomasa, y por tanto, una menor producción de los cultivos.
Por tanto, nos encontramos en un momento en que es importante buscar cultivos y variedades que presenten una mayor eficiencia en el uso del agua, es decir, que para una misma cantidad de agua utilizada el cultivo produzca mayor cantidad de biomasa. Minimizar el uso de agua en agricultura es uno de los factores fundamentales para garantizar la producción alimentaria en un futuro.
RECOMENDACIONES SOBRE EL CONSUMO
Dra.(c) ANNA MARÍN. Nutricionista. Coordinadora del Área Nutrición de FUNIBER.
Como consecuencia de la globalización, los patrones alimentarios de la sociedad actual están cambiando y, lamentablemente no siempre en beneficio de la salud del planeta y de la salud de la población. Como consecuencia, el planeta esté en peligro.
En este sentido, el consumo excesivo de cárnicos de la sociedad actual favorece las enfermedades no transmisibles (cardiopatías, cáncer, diabetes, etc) y a nivel mundial aumentan las emisiones de gases procedentes de la actividad ganadera. Por el contrario, es necesario que la población aumente el consumo de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, etc.) por sus ampliamente estudiados y demostrados beneficios para la salud y su directa relación con la reducción de la huella de carbono.
Así, tal y como dicta el lema del Día Mundial de la Alimentación de este año, es necesario tomar consciencia de esta grave situación y llevar a cabo acciones que mejoren los sistemas alimentarios garantizando una alimentación saludable, sostenible y accesible y aproximar a la población más vulnerable a situación de hambre cero.
Dra.(c) IRMA DOMÍNGUEZ. Nutricionista. Coordinadora e-Learning Área Salud de la Universidad Europea del Atlántico.
Cuando se realiza la compra de los alimentos, nuestra alimentación se hace más sostenible cuando escogemos alimentos de proximidad (producción local). La intención es consumir alimentos lo más cercanos posible. Así, el coste medioambiental de su traslado se reduce frente a alimentos de zonas más lejanas. A veces, el consumidor se deja llevar por alimentos de moda (que pueden ser caros) o simplemente alimentos que resultan muy baratos, que provienen de lugares lejanos en ocasiones favoreciendo a condiciones laborales y de vida poco éticas en la población de dichos lugares.
Además, se recomienda que sean alimentos de temporada. Es decir, alimentos (principalmente fruta, verdura, pescado…) que se encuentran en su momento óptimo de consumo porque se han recogido según su ciclo biológico natural. En su época, los alimentos son más sabrosos, nutritivos y su disponibilidad/oferta mucho mayor, por lo que su precio también se torna más asequible.
Dra. MARIEL COLMÁN. Nutricionista. Docente y Coordinadora del Doctorado en Nutrición de la Universidad Internacional Iberoamericana.
Una forma de reducir nuestra huella ecológica y hacer que nuestra alimentación sea más amigable con el medio ambiente es comprar alimentos a granel. De esta forma nos beneficiamos doblemente, ya que además de comprar la cantidad justa de alimentos que necesitamos -evitando gastos innecesarios y posibles desperdicios de alimentos- estamos contribuyendo a reducir el enorme coste energético que representa la producción de envases y su posterior tratamiento como residuos.
Siguiendo esta línea, cabe destacar la diferencia que podemos marcar al evitar comprar y consumir alimentos altamente procesados, volviendo a la práctica de cocinar en casa, priorizando los alimentos frescos y la comida casera por sobre los alimentos altamente procesados, ya que éstos, además de contener muchísimas sustancias no nutritivas, usualmente vienen envasados, lo que incrementa su costo de producción y por ende su huella ecológica. Haciendo estos pequeños ajustes no solo estaremos mejorando la calidad de nuestra dieta sino que además estaremos consumiendo de forma responsable y sostenible.
RECOMENDACIONES SOBRE LOS DESPERDICIOS ALIMENTARIOS
Dra (c) MARINA ROJO. Nutricionista. Coordinadora de la Maestría en Innovación y Biotecnología Alimentaria de la Universidad Internacional Iberoamericana.
El correcto aprovechamiento de los alimentos permite disminuir el desperdicio, reducir los costes de la alimentación y puede contribuir a evitar la sobreproducción de los mismos.
Por aprovechamiento se entiende la disminución de las posibles mermas en el procesamiento de los alimentos, pero también tiene que ver con la forma en la se compran, se almacenan y si consumen.
El consumidor puede realizar pequeñas acciones pero de gran impacto tanto para el medio ambiente como para su bolsillo como son:
- Planificar las compras y el menú semanal. Antes de salir de compras revisar los alimentos que se tienen en casa y priorizar platillos con los alimentos sobrantes o cercanos a caducar.
- Almacenar correctamente la comida. Vigilando las fechas de caducidad de los productos alimenticios y el estado de alimentos no procesados, una forma sencilla y práctica es aplicar el sistema de Primeras Entradas-Primeras Salidas.
- Practicar cocina de aprovechamiento. Esta práctica ahora en desuso ha sido empleada en prácticamente todas las culturas: el empleo de las verduras y hortalizas cocidas del día anterior en la elaboración de sopas, salsas, purés o croquetas, el uso de tortillas de maíz frías para la preparación de chilaquiles o enchiladas, el pan duro para convertirlo en pan rallado (molido) y empanizar, los restos de alimentos de origen animal como relleno de empanadillas o vegetales.
- Servir platos con raciones pequeñas. El servir raciones pequeñas favorece a que el comensal se termine todo lo servido en el plato, en caso de quedar insatisfecho siempre se puede servir más, pero si de entrada se sirven porciones grandes muchas veces los restos terminan en la basura en vez de ser almacenados.
- Utilizar las partes no comestibles de los alimentos como la cáscara de algunas frutas, las espinas o huesos para la elaboración de compostas.
- Finalmente, hacer conciencia de que por cada alimento producido hay detrás una cantidad de recursos renovables y no renovables utilizados, por lo que un mal aprovechamiento no supone únicamente perder alimentos, sino recursos de gran valía.
Dr. EDUARDO GARCÍA. Dr. en Ingeniería de Proyectos. Coordinador Internacional del Área de Medio Ambiente de la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER)
En la huella ecológica de la alimentación suele ignorarse el tema de la generación de residuos y, en particular, el que hace referencia a los envases y residuos de envases conteniendo alimentos.
Una estimación del Foro Económico Mundial del año 2016 cifra en un 32% el porcentaje de envases de plástico que no acaba en los sistemas de recogida. Obviamente, esto genera costes económicos e impactos ambientales que afectan los ecosistemas naturales, reduciendo su productividad y acentuando la problemática del cambio climático.
Al margen de la sustitución del plástico por otras opciones más sostenibles, la solución pasa por fabricar envases más ligeros, ya que buena parte de la huella ecológica de una empresa de alimentación se incrementa a medida que lo hace el peso del envase a gestionar. Por ello, es imprescindible, entre otras cosas, fomentar políticas de I+D+i que optimicen el diseño del envase y reduzcan su peso, así como adoptar soluciones a nivel regulatorio, tales como los sistemas integrado de gestión (puntos verdes) o el sistema de depósito, devolución y retorno.
Se trata, en definitiva, de generar una conciencia global para cambiar el modelo tradicional lineal de “usar y tirar” por una economía circular, donde el residuo se convierte en un recurso susceptible de incorporarse de nuevo en el circuito económico.
¿Conoces otras recomendaciones interesantes? ¿Qué cambios crees que puedes llevar en tu día a día para reducir la huella ecológica de tu alimentación?