España anuncia un nuevo sistema de etiquetado en los alimentos para informar a los consumidores si el producto es saludable o no. Sin embargo, el sistema podría no ser el más adecuado. En su país, ¿existe etiquetado similar? ¿Cómo funciona? Participa en el debate
El pasado 12 de noviembre, la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social de España, María Luisa Carcedo, anunció la futura implantación del sistema de etiquetado frontal “Nutri Score” en el país. De momento, las empresas lo podrán implementar de manera voluntaria siendo obligatorio en un plazo máximo de un año. En Francia, el sistema fue implantado hace aproximadamente seis meses, y en Bélgica y Portugal, se encuentra pendiente de implantación.
El sistema consiste en un semáforo de cinco colores que clasifica los alimentos de más a menos saludable, siendo el color verde el indicativo de “favorable” y el rojo de “desfavorable” desde el punto de vista nutricional. De acuerdo con especialistas, en un artículo publicado en la Revista Española de Nutrición Comunitaria, “el objetivo es traducir las cifras y los términos ilegibles e incomprensibles de la información nutricional, generalmente presentada en forma de tabla en la cara posterior de los envases, por un logotipo simple colocado sobre la parte frontal” .
El sistema de etiquetado frontal «Nutri-Score» en los productos alimentarios fue solicitado por el 80% de los colegios de Dietistas-Nutricionistas españoles.
Según la profesora del área de Salud de la red universitaria que forma parte de FUNIBER, Marina Rojo, “este sistema supone un avance en España para informar nutricionalmente a la población, hacer más amigables/comprensibles los etiquetados y luchar contra el sobrepeso y la obesidad, así como contra otras enfermedades relacionadas. Sin embargo, este sistema también es susceptible de clasificar alimentos importantes de manera errónea”.
El sistema se basa en la asignación de puntos en función de la composición nutricional por 100g de producto. A los componentes “desfavorables”, considerados poco saludables, se les asigna una puntuación de 0 a 10, y a los elementos considerados “favorables” una puntuación de 0 a 5. Se suman los puntos de los nutrientes “desfavorables” y a partir de un algoritmo se restan los puntos favorables (1).
Sin embargo, el algoritmo resultante no tiene en cuenta, por ejemplo, los distintos tipos de grasas (solo la saturada, pero no hidrogenadas o trans, mono y poliinsaturadas), ni tampoco el grado de procesado del alimento.
Aunque a priori se basa en una buena idea, esta herramienta puede penalizar alimentos que por sus nutrientes son considerados sanos como los frutos secos, el queso o el aceite de oliva y considerar en un rango saludable a otros alimentos con alto grado de procesado, como las bebidas de cola edulcoradas.
La profesora Marina Rojo considera que con la incorporación de otros mensajes o mayor información la herramienta sería más completa. Aunque al final esta información no sustituye la orientación del profesional.
Etiquetados frontales en otros países
En países como Italia, se han opuesto a su implementación ya que consideran que este etiquetado penalizaría muchos de los alimentos producidos localmente como el queso Mozzarela (categoría C) o la pizza (categoría D) (3).
No obstante, existen muchas otras herramientas de etiquetado que se han implementado con mayor o menor éxito en otros países, tal es el caso del Health Star Rating, empleado en Australia, que califica a los alimentos desde ½ estrella hasta 5 estrellas. El número de estrellas se determina utilizando una calculadora diseñada para evaluar los nutrientes positivos y de riesgo en los alimentos, este algoritmo se desarrolló en consulta con Food Standards Australia New Zealand y otros expertos técnicos y de nutrición.
Otro método de etiquetado conocido como Traffic-light labelling (etiquetado de semáforo), que pretende hacer más comprensible la información a los consumidores, se ha instaurado en Canadá y Reino Unido. En Canadá hay estudios que señalan que el etiquetado de semáforos en productos alimenticios podría tener un impacto positivo significativo en la ingesta de energía y nutrientes de los adultos canadienses al reducir su ingesta habitual de calorías, grasas totales y saturadas y sodio (4).
Otros países como México, Chile, Ecuador o Israel también decidieron implementar un Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas, aunque con distintos matices, siendo Chile uno de los países con más exigencias a los productores de alimentos limitando la presencia de imágenes, dibujos o declaraciones atractivas dirigidas a la población infantil.
En Chile, país con elevadas tasas de obesidad, especialmente en la población infantil, el etiquetado emplea una serie de sellos que advierten al consumidor si el alimento es alto en algún nutriente específico, para llegar a esta conclusión se tomó como referencia la evidencia científica acerca del efecto que tiene el consumo excesivo de azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías para la salud (5).
En México en el año 2015 entró en vigor una medida regulatoria basada en las “Guías Diarias de Alimentación” (GDA). Las GDA consisten en un sistema europeo desarrollado en el Institute of Grocery Distribution que indica la cantidad y el porcentaje de grasa saturada, otras grasas, azúcares totales, sodio y energía (en kcal) por el contenido total del envase y por porción; además de la leyenda “% de los nutrimentos diarios” (6). De acuerdo con los expertos en la materia, este etiquetado genera confusión y no se puede considerar completamente efectivo.
La profesora Marina Rojo recuerda que “la gran mayoría de los etiquetados ponen énfasis en los macronutrientes, desconsiderando la cantidad de micronutrientes y la cantidad de aditivos empleados, detalle no poco relevante y que podría ser decisivo en la elección de un alimento u otro”.
De esta manera, el etiquetado de alimentos genera debate y posturas encontradas, además de que atañen intereses diversos. Sería ideal pensar que la información que proporcionen sea suficiente para que el consumidor pueda tomar las mejores decisiones de consumo y mejores elecciones de alimentos. Al final, una buena recomendación será incluir la menor cantidad de aquellos alimentos que precisen un etiquetado fomentando así el consumo de alimentos mínimamente procesados y de ser preciso acudir al profesional de la nutrición para un mejor consejo, orientación y asesoría.
Debate en Redes Sociales: En relación a este tema, se plantean muchas incertidumbres sobre cuál es la mejor manera de informar al consumidor ¿cuál crees que puede ser el mejor sistema? ¿crees que puede depender de cada país? Esperamos tu participación
Fuentes:
1. | Galan P, González R, Julia C, Hercberg S, Varela-Moreiras G, Aranceta-Bartrina J, et al. El logotipo nutricional NutriScore en los envases de los alimentos puede ser una herramienta útil para los consumidores españoles. Rev Esp Nutr Comunitaria. 2017; 23(2). |
2. | CODINUCAT. Siete colegios de Dietistas-Nutricionistas de toda España (Andalucía, Castilla y La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Madrid, Murcia y Valencia) que suponen el Col·legi de Dietistes-Nutricionistes de Catalunya. [On-line].; 2018 [citado em 13 de novembro de 2018 ]. Disponível em: http://www.codinucat.cat/comunicado-siete-colegios-de-dietistas-nutricionistas-de-espana-piden-a-las-autoridades-sanitarias-la-implantacion-del-sistema-de-etiquetaje-nutri-score/?fbclid=IwAR3DBbLodysPURYQPquetgSXjuRlQGAkoHxiFymE-4Euig4WMRIHXHZ2osI. |
3. | Bonardi B. Il Fatto Alimentare. [On-line].; 2018 [citado em 13 de novembro de 2018]. Disponível em: https://ilfattoalimentare.it/belgio-carrefour-danone-nutri-score.html. |
4. | Emrich T, Qi Y, Lou W, L’Abbe M. Traffic-light labels could reduce population intakes of calories, total fat, saturated fat, and sodium. PLoS One. 2017; 12(2). |
5. | Ministerio de Salud de Chile. Ley de Alimentos. [On-line].; 2016 [citado em 11 de novembro de 2018]. Disponível em: https://www.minsal.cl/ley-de-alimentos-nuevo-etiquetado-de-alimentos/. |
6. | Kaufer-Horwitz M et al. Sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas para México: una estrategia para la toma de decisiones saludables. Salud Pública de México. 2018 jul-ago; 60(4): p. 479-486. |