Dado que apenas estamos comenzando en la vida, las dificultades, los desafíos, o los problemas ocurren con frecuencia. Obstáculos que nos frustran cuando no podemos o no creemos poder superarlos por nosotros mismos.
Tal vez vengan a la mente las materias que reprobamos, los deportes que no realizamos al nivel requerido, e incluso las desagradables tareas domésticas. Y cuando somos niños ( y no tan niños), con frecuencia basta con ofrecernos un premio para animarnos y motivarnos a superar todos estos retos. Desde “ Si sacas todo dieces, te llevo a Disneylandia hasta “si te comes toda la verdura, te daré un postre rico”, no son pocos los padres y madres que alguna vez a lo largo de la crianza de sus hijos han tenido que recurrir a algunas recompensas para motivar.
La verdad es que a veces este tipo de refuerzo puede ser extremadamente útil. A pesar de esto algunos comportamientos, como los que se muestran en el ejemplo, no deberían recompensarse tan fácilmente.
Hay varias recompensas, algunas de las cuales, si bien no son las más atractivas, debemos promoverlas. La palabra “gamificación” sirve como punto de partida común para todos ellos. Este término se trata de un anglicismo que viene de la palabra juego en inglés, que se centra en los premios y recompensas de los juegos.
A pesar de ser necesaria una investigación más profunda en torno a su concepto y su potencial, todos hemos podido comprobar en nuestras vidas cómo funcionamos mejor cuando tenemos una recompensa que alcanzar. Algo que es extensible al ámbito académico, laboral o deportivo.
Muchos son partidarios de las recompensas físicas, como trofeos u otros artículos. Con esto afirman que mejoran el aprendizaje y aumentan la motivación y el deseo de seguir participando. Pero hay una faceta negativa y es que un uso incorrecto de los premios puede llevar a conductas negativas.
Las recompensas materiales se vuelven menos atractivas a medida que envejecemos, lo que impone una motivación intrínseca. Para los adultos mayores, especialmente los mayores de 60 años, la sensación de poder hacer algo, de ser capaz o de ser independiente son poderosos motivadores.
Sin duda, la sensación de victoria y triunfo es un poderoso motivador y tiene un ciclo de retroalimentación positiva. No importa dónde estemos en la vida, las recompensas nos atraen y nos motivan. Ellos son el corazón de la comunidad.
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Fuente: ¿Es útil usar recompensas para motivar en el aula y en los deportes?
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