Un concepto cada vez más usado en la geriatría y en la gerontología es la fragilidad, que indica una condición clínica desfavorable relacionada con el deterioro de los sistemas fisiológicos de los adultos mayores.
Los expertos indican que la práctica de actividad física, juntamente con una adecuada nutrición, podrían revertir este marco
Una de cada 10 personas con más de 65 años de edad tiene fragilidad, según una investigación realizada en Europa para conocer el estado de salud y de envejecimiento en el continente. Si los adultos mayores tienen más de 85 años, la fragilidad puede afectar entre un 35 a 50% de esta población.
Los profesionales e investigadores que tratan con cuestiones relativas al envejecimiento usan este término para referirse al estadio vulnerable de los adultos mayores que presentan mayores riesgos negativos para la salud. Generalmente, esta debilidad está asociada con la disminución natural, y progresiva, del funcionamiento de los sistemas fisiológicos, proceso común en el envejecimiento.
La fragilidad también se asocia con un mayor riesgo de muerte, incapacidad, accidentes como caídas y fracturas, hospitalización, entre otros, conforme comenta Pedro Abizanda, Director del Servicio de Geriatría del Hospital de Albacete, en España.
Estudios en este ámbito indican que la fragilidad puede provocar un aumento considerable en gastos sanitarios relativos a la atención hospitalaria, con costos para la atención primaria, consumo de medicamentos y otros gastos indirectos.
¿Cómo revertir la fragilidad?
El cuidado nutricional y la práctica de actividades físicas combinadas pueden hacer que la fragilidad sea reversible. Según Rosa López, coordinadora del Grupo de Trabajo de Alimentación y Nutrición de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la detección precoz de este estado de salud ayuda en la prevención.
López recuerda que en muchos casos es necesario utilizar suplementos calórico-proteicos. Pero Abizanda recuerda que «el abordaje de la malnutrición en el adulto mayor es muy complejo, porque influyen muchas cosas: problemas relacionados con la fisiología propia del envejecimiento, las enfermedades que tienen, los medicamentos que toman, los problemas dentales, la pérdida de sabor», entre otros.
Abizanda cree que la práctica de ejercicio físico es una «piedra angular en el manejo y en la prevención de la fragilidad, ya que es la intervención que provoca mayor beneficio», explicó.
Además defiende la importancia de la práctica de ejercicios más intensos, con una intensidad moderada-alta. «Los ejercicios que vienen demostrando mayor efecto en los ancianos frágiles son los que se conocen como ejercicios multicomponentes, que llevan al principio y al final estiramientos, después un pequeño componente aeróbico y de equilibrio, pero fundamentalmente el núcleo del programa está compuesto por ejercicios de fuerza y potencia muscular «, sugiere.
La práctica de actividad física acompañada de un profesional cualificado ofrece beneficios para la salud, que tendrá en cuenta las necesidades de cada persona. FUNIBER patrocina la Maestría en Actividad Física y Salud, que permite una formación de calidad en este sentido.
Fuente: Nutrición y ejercicio, el binomio para revertir la fragilidad
ANÁLISE DO CONCEITO FRAGILIDADE EM IDOSOS
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