El COVID-19 ha provocado una crisis sanitaria que ha afectado la vida de prácticamente todo el mundo, en menos o más intensidad, según el país. Pero entre todos los grupos sociales, se podría decir que la población de adultos mayores ha sido la más afectada.
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos ha advertido del riesgo que corren muchos adultos mayores de tener algún problema de salud mental asociado a la crisis sanitaria actual. Como se sabe, los riesgos de padecer los síntomas se agravan en este grupo de edad.
Entrevistamos a la doctora Clicia Peixoto, profesora de la Maestría en Gerontología, programa promovido por FUNIBER, que analiza algunas cuestiones sobre la situación de las personas mayores durante el confinamiento.
¿Cuáles son los principales riesgos psicológicos que pueden vivir en este momento de la pandemia las personas mayores?
Es delicado determinar y enumerar algo que es de cada uno. Pero, digamos que en general el aislamiento social puede poner el sujeto en contacto con el lado malo de la soledad, puede provocar ansiedad sobre todo debido a la incertidumbre de la situación. Aunque nos podemos sorprender de que para algunos puede haber sido una situación cómoda. Todo depende de cómo cada uno se encontraba en este momento, si estaba solo o (bien o mal) acompañado, de si era autónomo o dependiente. También es importante plantearse la situación de las personas mayores que pertenecen a minorías étnicas como los grupos indígenas y que no han estado solas durante el confinamiento porque en muchos casos viven en comunidad pero que la posible pérdida de esta persona representa una pérdida de un conocimiento a lo mejor milenario que se ha ido transmitiendo de generación en generación sin registros escritos. Así que no se trata tanto de riesgos psicológicos para una persona sino un riesgo psicosociocultural de toda una comunidad.
Por eso hay que considerar muchos aspectos subjetivos y objetivos para poder matizar los efectos de la pandemia en las personas mayores.
¿Qué acciones de protección para la salud mental de este grupo serían las más adecuadas en este momento de confinamiento?
Está claro que lo fundamental es poder mantener un canal de comunicación con sus seres queridos y/o con personas dispuestas a darles atención. El poder recibir apoyo social, poder intercambiar percepciones y poder seguir sintiéndose como parte importante de la familia, parte importante de la sociedad es clave para mantener una buena salud mental. En este aspecto hemos visto que las TICs han jugado un papel esencial. Y lo bonito es que muchas personas mayores han aprendido nuevas habilidades de cómo hacer una videoconferencia por ejemplo. Esto también propicia un nuevo acercamiento a las generaciones más jóvenes. Sin embargo una vez más es imprescindible destacar que esto no se aplica a todas las personas mayores, hay que considerar la condición de cada una. Hay personas mayores que no tienen internet, que viven en zonas rurales, que no tienen medios financieros para acceder a este tipo de tecnologías.
¿Podría comentar sobre programas o iniciativas que se han creado para reforzar la necesidad y la acción para la protección de la salud mental de este colectivo?
Hay varios programas de apoyo al vecindario donde se han creado auténticas redes solidarias con el uso de APPs como “Te ayudo” y “Mr. Neiborhú”. Muchas de ellas ponían en contacto a las personas dispuestas a colaborar con las personas mayores que necesitaban ayuda para ir a hacer la compra, para bajar la basura o que les interesaba hacer una “quedada” en el momento de los aplausos que ocurrieron diariamente – un evento social espontáneo, como forma de homenaje a los profesionales que seguían trabajando fuera de sus casas durante el confinamiento.
También hay varios programas de voluntarios como los de la institución “Amigos de la Gente Mayor” que se ocupan de llamar cada día a una o varias personas mayores en condición de fragilidad.
Por otro lado en España los ayuntamientos han facilitado un teléfono específico de atención a las personas mayores.
Pasada la crisis, ¿serán necesarias intervenciones más específicas que se trabajen los efectos psicológicos provocados por la pandemia?
Comparto la opinión de otros expertos en el área de Gerontología de que la pandemia lo que ha hecho es dar visibilidad a algunos aspectos que solían estar velados aunque sabemos que siempre han estado ahí, como puede ser el edadismo, el aislamiento social y/o subjetivo de muchas personas mayores institucionalizadas y no institucionalizadas, la ineficiencia de un sistema de cuidados. Por eso las intervenciones a ser consideradas son las que ya eran necesarias antes de la pandemia, promover un sistema de cuidados que sea más eficiente, incluir a las personas mayores en la sociedad promoviendo la creación y adaptación de espacios accesibles, promover programas intergeneracionales, fomentar el trato más humano en el contexto institucional y no institucional.
Además de las personas mayores, los cuidadores podrán haber sido afectados por la situación. ¿Considera que estos profesionales van a necesitar también atención psicológica?
Creo que hay que esperar para ver los efectos de todo esto que estamos viviendo. No creo que sea el caso de “perseguir” a los cuidadores o a las personas mayores con la idea fija de que necesitan ayuda psicológica. Eso sí, hay que informarles y darles la posibilidad de acceder a ello para que cuando vean que lo necesitan que sepan dónde estamos los psicólogos y psicoanalistas para escucharles y ayudarles.
Sin embargo opino que es fundamental tener en cuenta otros aspectos respecto al tema de los cuidadores, como puede ser el ritmo de trabajo muchas veces inhumano y la falta de reconocimiento social y financiero. Esto sí que debe ser un objetivo esencial para que podamos mejorar el sistema de cuidados y también para mejorar la salud de los cuidadores independientemente de la pandemia.
Esta entrevista forma parte del Especial Impactos del COVID-19 para la salud mental, una serie de entrevistas promovida por FUNIBER, que buscan analizar los efectos, recomendaciones y acciones necesarias para cuidar de la salud mental de diferentes colectivos durante y pasada la pandemia.