Estudios recientes han revelado que la ingesta de frutas y verduras podría ser clave para reducir los síntomas depresivos en personas mayores. Pero, ¿qué tan sólida es esta relación? Un estudio longitudinal publicado en Scientific Reports analiza esta conexión desde una perspectiva única: utilizando datos de gemelos para explorar cómo los factores genéticos y ambientales influyen en este vínculo.
El impacto de la depresión en adultos mayores
La depresión es una de las principales causas de la carga de enfermedad en adultos mayores, representando cerca del 4% del tiempo que las personas de 55 años o más viven con alguna discapacidad. Su prevalencia alcanza su punto máximo entre los 55 y 75 años, afectando al 8% de las mujeres y al 5.5% de los hombres. Aunque la depresión puede variar desde formas leves hasta trastornos graves, su impacto en la calidad de vida es innegable.
La dieta como factor protector
La relación entre la dieta y la salud mental ha sido objeto de numerosos estudios. Se ha mostrado que seguir una dieta mediterránea o con bajo índice inflamatorio dietético reduce el riesgo de depresión (33% y 24%, respectivamente). Además, consumir más frutas y verduras también se asocia con un menor riesgo de depresión (15% y 9%, respectivamente). Sin embargo, esta evidencia tiene limitaciones, ya que pocos estudios se han centrado en adultos mayores y podrían existir otros factores que influyen en los resultados.
Tanto la ingesta de frutas y verduras como la depresión están influenciadas por factores ambientales y genéticos. Algunos estudios han encontrado que los síntomas depresivos son moderadamente hereditarios ( 30%). Los estudios con gemelos dan la oportunidad de disminuir la influencia de factores genéticos y ambientales que pueden incidir en los resultados. Los gemelos monocigóticos comparten material genético y los gemelos dicigóticos comparten el 50% del material genético en promedio. Ambos tipos de gemelos se emparejan por edad y entorno compartido temprano al ser criados juntos. También se reduce la variabilidad de la educación, índice de masa corporal, estado socioeconómico y algunas condiciones de salud no transmisibles.
Metodología del estudio
Con lo expuesto anteriormente, el estudio titulado «Longitudinal associations between fruit and vegetable intakes and depressive symptoms in middle-aged and older adults from four international twin cohorts» estudia los datos de cuatro cohortes internacionales (Australia, Dinamarca, Suecia y EE. UU.) de gemelos mayores de 45 años a 90 años, para explorar la relación entre el consumo de frutas y verduras y los síntomas depresivos durante un período de hasta 11 años. Se plantea la hipótesis de que un mayor consumo de estos alimentos está asociado con menores síntomas de depresión a lo largo del tiempo, descartando que esta relación se deba a factores familiares compartidos.
Resultados relevantes
Se encontró que una mayor ingesta de frutas (2,1 porciones/día) y verduras (2,0 porciones/día) se asocia con menos síntomas depresivos en comparación con un consumo bajo (0,3 y 0,5 porciones/día, respectivamente). También se observó que un consumo moderado de verduras, pero no de frutas, tiene beneficios similares. No se detectó que los factores familiares influyan en la relación entre el consumo de verduras y la depresión, pero los resultados para las frutas fueron inciertos.
Estos hallazgos coinciden con estudios previos que muestran que una mayor ingesta de frutas y verduras reduce el riesgo de depresión. Sin embargo, los beneficios observados son modestos. Por ejemplo, consumir 1,8 porciones más de frutas o 1,5 porciones de verduras al día se asocia con una leve reducción en los síntomas depresivos. A pesar de esto, el consumo promedio en el estudio fue bajo y no alcanzó las recomendaciones de al menos 5 porciones diarias. El estudio también encontró que las papas no tienen un efecto beneficioso sobre la depresión, y su inclusión en el análisis de verduras eliminó la relación positiva observada. Esto podría deberse a los métodos de cocción, como el consumo de papas fritas, que están asociadas con un mayor riesgo de depresión.
Los beneficios del consumo de frutas y verduras podrían deberse a su contenido en fibra, vitaminas y antioxidantes, que influye en el microbioma intestinal y reducen la inflamación, factores relacionados con la depresión.
Conclusión
Este estudio refuerza la idea de que pequeños cambios en la dieta pueden tener un impacto significativo en la salud mental de los adultos mayores. Para quienes trabajan en el campo de la gerontología, estos resultados ofrecen una base sólida para diseñar intervenciones dietéticas que mejoren tanto la calidad de vida como el bienestar emocional en esta población. En un mundo donde la población envejece rápidamente, incorporar estrategias como estas en las políticas de salud pública y en la práctica gerontológica puede marcar una diferencia significativa.
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