El éxito de un proyecto no depende únicamente de la planificación y las metodologías utilizadas, sino también del liderazgo ejercido sobre el equipo. En este sentido, el coaching se ha consolidado como una herramienta esencial para los project managers, pues les permite guiar, motivar y desarrollar las capacidades de los profesionales que integran el proyecto. Según un reciente análisis de Harvard Business Review, existen cuatro estilos principales de coaching que, aplicados en el momento adecuado, potencian tanto el rendimiento individual como los resultados colectivos.
El coaching directivo: claridad en momentos de incertidumbre
Cuando un equipo enfrenta fases iniciales o contextos de alta complejidad, el estilo directivo resulta más eficaz. Aquí el project manager adopta un rol activo, estableciendo prioridades claras, orientando sobre los pasos a seguir y tomando decisiones rápidas. Este enfoque es especialmente útil en metodologías tradicionales como Waterfall, donde la secuencialidad exige control y precisión.
El coaching visionario: inspirar hacia el propósito
Más allá de las tareas cotidianas, los equipos necesitan comprender el impacto de su trabajo en los objetivos estratégicos de la organización. El estilo visionario se centra en transmitir propósito, inspirar y conectar las metas del proyecto con la misión global de la empresa. Este tipo de coaching es vital cuando los equipos experimentan desmotivación o pérdida de rumbo, ya que devuelve el sentido y la energía a las acciones diarias.
El coaching de apoyo: potenciar el crecimiento individual
En cualquier fase del proyecto surgen oportunidades para desarrollar talento. El coaching de apoyo busca identificar fortalezas y áreas de mejora en cada miembro del equipo, ofreciendo feedback constructivo y acompañamiento. Esta práctica contribuye a crear un entorno de aprendizaje continuo, incrementando la resiliencia y la satisfacción laboral, factores directamente relacionados con la productividad.
El coaching colaborativo: construir confianza y compromiso
En proyectos ágiles, caracterizados por la flexibilidad y la iteración, el estilo colaborativo adquiere protagonismo. Consiste en acompañar al equipo en la toma de decisiones, fomentando la participación y la construcción conjunta de soluciones. De este modo, se fortalece la cohesión grupal y se promueve la autogestión, una competencia clave en entornos cambiantes.

Hacia un liderazgo flexible en la gestión de proyectos
Los estilos de coaching no son excluyentes, sino complementarios. Un project manager eficaz es aquel capaz de identificar las necesidades del equipo y alternar entre los diferentes enfoques según el contexto. En definitiva, el coaching no solo impulsa los resultados del proyecto, sino que también fortalece la cultura organizacional y la capacidad de adaptación en entornos competitivos.
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Fuente:
Harvard Business Review
