El aumento de la esperanza de vida y el número, cada vez más elevado, de personas que superan el umbral de los 100 años de edad, provocan una serie de interrogantes sobre el envejecimiento de la población y su papel en la sociedad.
Clicia Peixoto, docente de la Universidad Internacional Iberoamericana UNINI, institución de la red universitaria con la que FUNIBER colabora, está especializada en psicogerontología. En esta entrevista aborda las cuestiones relativas al envejecimiento progresivo de la población y su repercusión en el futuro, tanto económico como social.
Expertos abogan por tratar las enfermedades de los ancianos más longevos en su conjunto, ¿cree que así el resultado podría ser más satisfactorio?
El hecho de tratar las enfermedades en conjunto podría colaborar a que se evitaran incongruencias entre los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos. Esto implicaría, por ende, tratar a la persona como un todo, evitando los tratamientos dirigidos a una enfermedad específica. Para ello, obviamente, sería necesario un diálogo interdisciplinar e incluso transdisciplinar donde los profesionales sociosanitarios se dedicaran a escuchar y a dialogar sobre temas relacionados con varias disciplinas distintas, con el objetivo de prevenir y optimizar la calidad de vida de una persona.
¿Cómo se puede mejorar la percepción actual y los prejuicios que rodean a la vejez?
Pues, como todos los prejuicios, el “ageism” (Discriminación por edad) se desmonta a medida que las personas mayores están cada vez más presentes en todos los sectores de la sociedad y siempre y cuando haya un verdadero fomento a la intergeneracionalidad. En la práctica se podría empezar por reformular los centros de mayores y convertirlos en centros sociales donde jóvenes, adultos, mayores y niños pudieran compartir el mismo espacio.
El simple hecho de que personas de distintas edades circulen en un mismo ambiente y compartan actividades ya de por sí hace que la barrera del “ageism” se disuelva. Otra vía es ir por poco a poco quitando la idea de que la “persona mayor” pertenece a un mundo aparte, como si de repente uno se hiciera mayor al jubilarse y ya estuviera en otra esfera distinta a la de los demás.
Según la web económica Datosmacro, en el año 2017, la esperanza de vida al nacer en España era de 86,1 años para las mujeres y 80,6 en el caso de los hombres. En países de Latinoamérica, como Perú, Brasil o Argentina, la esperanza de vida de las mujeres se sitúa también por encima. ¿A qué factores cree que se debe esa diferencia?
En muchos países es verdad que se vive la “feminización del envejecimiento”, sin embargo, los factores causales como tal no están del todo claros. Según las investigaciones en este campo hay cuestiones socioculturales que pueden haber influido para ello, como el hecho de que se identifique el hombre como siendo el “sexo fuerte”, lo que por consiguiente ha provocado que a lo largo de muchas décadas el hombre se prestara a desempeñar actividades que implicaba riesgos para su salud, exponiéndoles a sufrir accidentes, lesiones, y enfermedades.
Sumado a ello el hombre comúnmente hasta hace poco fue el que ocupó cargos de gran responsabilidad en casi todos los ámbitos profesionales y ocupaba el lugar de proveedor principal de la familia, lo que también colabora para que hayan sufrido mayor estrés, lo que aumentaría la probabilidad de que padecieran de enfermedades cardíacas, por ejemplo. Otro factor más sería el hecho de que como consecuencia de esta identificación con “el sexo fuerte”, los hombres tuvieran y tengan una tendencia a expresar menos sus emociones y tener más resistencia a buscar ayuda para sus problemas de salud en general.
¿Es sostenible este incremento en el número de ancianos a nivel económico?
Este es un tema delicado que no tiene una respuesta definitiva. Es un proceso que se irá viendo y que muchos países y organizaciones mundiales ya están trabajando en estrategias para ver cómo hacer para que los jóvenes de hoy puedan tener sus pensiones garantizadas en el futuro.
Lo que vemos últimamente es que en distintos países se están planificando o poniendo en práctica políticas dirigidas a fomentar la migración de personas jóvenes a los países más envejecidos, a desarrollar políticas de natalidad y a aumentar el tiempo de contribución a la seguridad social aplazando la jubilación.
Sin embargo, algo de lo que no nos podemos olvidar es que, por detrás de todo eso hay algo muy importante que es el pacto intergeneracional. Los jóvenes deberían cuidar de los mayores, pero lo harán si tienen ahora, en este momento, una perspectiva de vida que favorezca un buen envejecimiento para ellos también, algo que parece que está fallando, ya que muchos jóvenes viven en una situación de precariedad laboral importante.
Yo traduciría el envejecimiento activo como una manera de convocar a todos individualmente y también como sociedad a reflexionar sobre cómo estamos envejeciendo, para que nos pongamos las pilas y hagamos lo mejor para seguir el máximo de tiempo posible lo más activos y participativos que podamos.
Para todos aquellos profesionales interesados en abordar la cuestión del envejecimiento, encontrarán diferentes programas universitarios patrocinados por FUNIBER, como la Maestría en Gerontología.
Fuentes: Fernández Mayoralas, G., Schettini, R., Sánchez Román, M., Rojo Pérez, F., Agulló, M. S., & Joao Forjaz, M. (2018). El papel del género en el buen envejecer. Una revisión sistemática desde la perspectiva científica.
Muñiz, N. (2012, may. 13). Feminización de la Vejez. Recuperado de: https://gerontologia.maimonides.edu/2012/05/feminizacion-de-la-vejez/
OMS. (2015). Informe Mundial sobre el envejecimiento y la salud. Recuperado de: https://www.who.int/ageing/publications/world-report-2015/es/
Yanguas, J. (2019, sep. 24). Javier Yanguas: «El Envejecimiento es un desafío de la misma magnitud que el cambio climático». Recuperado de http://efamilia.es/wp/javier-yanguas-el-envejecimiento-es-un-desafio-de-la-misma-magnitud-que-el-cambio-climatico/
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