En salud, estudios ya han demostrado que el optimismo puede protegernos de enfermedades. ¿Y en educación? Especialista en Pensamiento Positivo defiende el lenguaje positivo como transformador en el desarrollo personal
“Todo va a salir bien”. Esta frase, sin duda, es uno de los ejemplos más comunes de afirmaciones que expresan el llamado Pensamiento Positivo o Lenguaje Positivo, una forma de atraer resultados positivos desde la manera en que razonamos.
Según este movimiento, cada vez más conocido, cuando pensamos de manera positiva producimos una frecuencia que atrae cosas buenas para nuestra vida. En parte, quien defiende esta idea se basa en los conceptos físicos del magnetismo que hablan sobre la capacidad de algunos materiales para atraer o rechazar.
Sin embargo, aún faltan estudios académicos que demuestren teorías sobre el Pensamiento Positivo. Hay informes de éxito de personas que aplicaron la técnica, pero sin estudios con rigor científico. Sin embargo, en el ámbito de la salud, los optimistas se benefician, según estudios publicados por investigadores de grandes universidades, como por ejemplo un estudio realizado en la Universidad de Harvard. Un grupo de médicos ha evaluado el estado de salud de 670 hombres de 60 años en promedio. Aplicando pruebas de personalidad y analizando su salud durante 8 años, los médicos constataron que el grupo del pensamiento positivo tenía un sistema inmunológico más resistente a las enfermedades pulmonares.
En Holanda, un estudio realizado en el Instituto Delfland de Salud Mental encontró que entre los más optimistas había menor incidencia de infartes y derrames. Los valores son impresionantes: un 55% menos de riesgo de tener enfermedades cardíacas si se compara con los pesimistas.
Pensamiento Positivo en el aula.
En el área educativa, Luis Castellanos, Doctor en Ética y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra, en España, es defensor de la influencia del lenguaje positivo para el cerebro. Es autor del libro Educar en Lenguaje Positivo: El poder de las palabras habitadas.
En una entrevista para la revista Educación 3.0, el doctor defiende las “palabras habitadas” como un proyecto educativo innovador que búsqueda el encuentro entre los conocimientos y los comportamientos de los estudiantes para que éstos puedan desarrollar los potenciales para la vida.
En este sentido, «cada palabra requiere un cuidado en la elaboración y un cariño por los detalles para que nuestras narraciones personales mejoren la calidad de vida de la humanidad», afirma. Luis aún dice que las palabras dibujan nuestra vida, por lo tanto, tenemos que aprender a amarlas.
Además de eso, propone que hagamos un ejercicio: analizar cuáles son las palabras más comunes en nuestro cotidiano, cuáles son los hábitos lingüísticos que nos condicionan y lo que ellas dicen sobre nosotros. El siguiente paso sería crear “un pequeño diccionario de palabras y frases que puedan transformar nuestra vida”.
Si el pensamiento positivo nos enseña a vivir, tal vez sea el momento de llevarlo a la escuela. Utilizar palabras que puedan motivar la educación, en lugar de reprimir, condicionar y delimitar. Según Caballeros, estas palabras “inspiran coraje, no dejan que ganen nuestros temores, palabras que son motivo para crecer”.
En cambio, debemos evitar «palabras que inspiran odio, venganza, desprecio, palabras que culpan a otros sin parar, y nos disculpan», entre otras palabras negativas.
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Fuentes: Luis Castellanos: “El lenguaje positivo puede transformar la educación”
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