Los trastornos neurocognitivos, como el declive cognitivo y la demencia, representan uno de los mayores desafíos de salud pública en la actualidad.
A medida que la población envejece, la incidencia de estos trastornos aumenta significativamente, lo que tiene un impacto tanto a nivel individual como en la sociedad en general. Afortunadamente, los avances en la investigación están brindando nuevas perspectivas sobre los factores de riesgo y las estrategias de prevención. Uno de los aspectos emergentes y prometedores en este campo es la relación entre la masa muscular y el funcionamiento cognitivo en las personas mayores.
Actualmente se estima que más de 55 millones de personas en todo el mundo padecen demencia. Además, se proyecta que para el año 2050 este número podría alcanzar los 140 millones. Según un informe de la Comisión Lancet, hasta el 40% de los casos de demencia podrían relacionarse con factores de riesgo modificables. Ante la falta de medicamentos efectivos para prevenir o revertir el deterioro cognitivo, es fundamental identificar los factores de riesgo modificables para abordar esta creciente preocupación.
La sarcopenia y su relación con el declive cognitivo
Es una condición caracterizada por una pérdida progresiva y generalizada de la masa muscular y la función muscular. Estudios epidemiológicos sugieren que esta condición podría afectar aproximadamente al 13% de los adultos mayores de 65 años, siendo aún más prevalente en aquellos mayores de 75 años. La sarcopenia se asocia con un mayor riesgo de morbilidad, deterioro funcional y mortalidad. Además, se ha demostrado que la sarcopenia se relaciona con el declive cognitivo, donde marcadores como la fuerza de agarre débil y la velocidad de marcha lenta son predictores de la función cognitiva y la demencia.
Los mecanismos biológicos subyacentes por los cuales la sarcopenia se relaciona con el declive cognitivo aún no se comprenden completamente. El músculo esquelético se reconoce como un órgano endocrino importante que libera miocinas, como el factor neurotrófico derivado del cerebro y las interleucinas, durante la contracción muscular. Estas miocinas tienen efectos pleiotrópicos y desempeñan un papel significativo en la fisiología y regulación de varios órganos, incluido el tejido cerebral. La pérdida de masa muscular y función muscular está asociada con niveles más altos de estrés inflamatorio, estrés oxidativo y problemas vasculares, como la disfunción microvascular, los cuales se asocian con el declive cognitivo.
Estudios sobre la relación de la sarcopenia con el declive cognitivo
En la revista The Journal of Nutrition, Health & Aging, se destacan dos estudios que evidencian que la sarcopenia es un marcador de declive cognitivo y demencia. En primer lugar, Uchida y sus colaboradores examinaron las asociaciones longitudinales de las medidas de composición corporal relacionadas con la densitometría de rayos X de absorciometría dual con el rendimiento cognitivo en 515 adultos mayores, utilizando datos del Estudio Longitudinal del Envejecimiento del Japanese National Institute for Longevity Sciences. Encontraron diferencias de género en la relación entre los cambios en la composición corporal y los cambios en la función cognitiva en un período de cuatro años. Específicamente, los hombres que sufrieron una mayor disminución en la masa muscular durante ese período, también experimentaron una disminución significativamente mayor en la función cognitiva global en comparación con sus pares masculinos que mantuvieron su masa muscular. Este hallazgo no se observó entre las mujeres.
El segundo estudio, realizado por Li y colaboradores, analizó la relación prospectiva entre la sarcopenia y el desarrollo de demencia en una muestra de adultos mayores sin demencia al inicio del estudio. Se encontró que aquellos con sarcopenia tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar demencia en comparación con aquellos sin sarcopenia.
Estas investigaciones resaltan la importancia de no solo enfocarse en la salud cerebral, sino también en la salud muscular, especialmente en personas mayores. La preservación de la masa muscular podría ser una estrategia clave para prevenir el inicio y/o la progresión del declive cognitivo y la demencia. Esto podría implicar programas de ejercicio adaptados a las necesidades individuales, una alimentación adecuada rica en proteínas y factores sociales que promuevan la participación activa en la comunidad.
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