Una escuela de Brasil moviliza a estudiantes para la investigación, creación, divulgación y hasta propuestas de comercialización de purpurina y confetis ecológicos, en un proyecto interdisciplinario
En muchos países, la cultura del Carnaval llena de color y brillo las calles y las personas de algunas ciudades. Entre las fantasías hay dos elementos muy presentes: los confetis y la purpurina. El año pasado, varias noticias mostraron el impacto ambiental de la purpurina en el medio ambiente después de las fiestas de Carnaval.
El profesor Marcus Ramos, del Colegio Marista São José Barra, en Río de Janeiro, tuvo la idea de desarrollar un proyecto con los alumnos de enseñanza primaria y secundaria que estimulase la investigación y producción de purpurina y confetis ecológicos.
Los estudiantes participantes del proyecto trabajaron con los profesores de biología, física, matemáticas, química y portugués. Según el profesor de biología Rodrigo Zani Ali, «pensamos que sería fantástico porque trabajar con una cosa que a los alumnos les gusta trae más sentido para el aprendizaje», dijo en un relato para el sitio Porvir.
El profesor cuenta cómo los alumnos consiguieron trabajar en las clases de química con las mezclas de gelatina y colorante natural hecho de remolacha, col repollo morada y zanahoria. Para esta actividad, tuvieron que aprender sobre las fórmulas químicas y el proceso de ebullición.
«En el área de biología estamos discutiendo el efecto del plástico en el organismo de los seres vivos, principalmente la fauna marina, que sufre bastante», explicó el profesor Rodrigo Zani Ali.
Pero la creación de purpurina ecológica también produjo actividades en otros ámbitos, como el portugués y las lenguas, ayudando a los estudiantes a crear un tutorial para explicar cómo elaborar esta purpurina, además de crear un sitio web con toda la información aprendida. Incluso, se desarrolló una propuesta de comercialización de la purpurina ecológica.
Junto con la purpurina ecológica, los alumnos aprendieron a hacer confeti ecológico con hojas caídas de los árboles. El profesor comenta que lo mejor de este confeti ecológico es que después no necesita que se recoja. «Se puede barrer hacia la cantera del colegio donde se convertirá en abono», cuenta.
La experiencia ha estimulado el interés de los alumnos por la investigación y ahora los profesores quieren explorar aún más estas habilidades en otros proyectos de este tipo.
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