Los riesgos son un aspecto a tener en cuenta a la hora de elaborar un proyecto. Ser conscientes de su existencia, además de promover su monitorización y minimización, son algunas de las tareas necesarias para evitar su impacto.
Los proyectos, tal y como señala el portal web Sinnaps, “están formados por actividades, con una duración, unos recursos asignados, unos requisitos y objetivos, y en ocasiones unas dependencias. Estas relaciones entre tareas suelen estar sujetas a las entregas de actividades previas”.
La gestión de los riesgos debe estar incluida en la propia organización del proyecto y planificarse de la misma manera, con el fin de lograr que su efecto sea nulo o muy reducido. Una de las características de los riesgos es que son percibidos comúnmente como algo negativo, cuando también pueden entenderse como una oportunidad.
Para identificar estos imprevistos de los proyectos es necesario hacer frente a una serie de aspectos que desencadenan dichos riesgos, que reciben el nombre de disparadores o triggers. Existen algunas técnicas para actuar con previsión a estas circunstancias. En primer lugar, se puede recurrir a la realización de diagramas que permitan identificar causas de riesgo, como, por ejemplo, el Diagrama de Ishikawa.
Los análisis mediante un esquema DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) son otra fuente de información para la empresa. En tercer lugar, la experiencia del equipo en proyectos anteriores similares puede favorecer a una mejor gestión del trabajo actual.
Posteriormente, los riesgos podrán analizarse desde una perspectiva cuantitativa, mediante entrevistas a expertos o métodos de simulación, y perspectiva cualitativa, que, al no contar con una medición precisa, puede ofrecer un resultado más subjetivo.
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Fuente: Riesgos en la gestión de proyectos: no los ignores, contrólalos.
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