En diferentes regiones, vemos el impacto del cambio climático para el ecosistema. Aumentan las sequías, las olas de calor, las inundaciones y cambia la presencia de especies en distintas zonas.
¿Y la comida? El ciclo biológico de muchos alimentos está cambiando, lo que también provoca cambios en la calidad, los sabores y los aspectos que tienen los vegetales. Estas transformaciones se producen como estrategia para sobrevivir a las nuevas condiciones.
Algunas de estas variaciones pueden dar lugar a frutas, verduras y legumbres con peor aspecto y sabor. Por ejemplo, las lechugas se vuelven más amargas debido al estrés térmico. El aumento de las temperaturas ha hecho que sea cada vez más difícil cultivar algunas especies vegetales que requieren un clima más suave para lograr su pleno desarrollo. La lechuga, una hortaliza de hoja originaria de la región del Mar Mediterráneo, se produce mejor cuando la temperatura oscila entre los 15ºC y los 25ºC.
“Esta característica es importante porque las altas temperaturas anticipan la floración de la lechuga y la producción de látex en las hojas (ver tabla en este artículo), que deja la planta con un sabor muy amargo, no deseado por los consumidores”, explica el agrónomo Fábio Akiyoshi Suinaga, coordinador del programa de mejoramiento genético de lechuga de Embrapa.
Sin embargo, según Aurora Díaz, investigadora del Instituto Agroalimentario de Aragón, este sabor amargo representa “más lactonas, que se conocen como ibuprofenos naturales”. No todo son malas noticias.
Por ello, diferentes instituciones están investigando y desarrollando nuevas variedades de alimentos más resistentes al calor y al estrés hídrico. Otra opción que recomienda Díaz es optar por especies silvestres, y conocer mejor las propiedades que desarrollan y les permiten sobrevivir al cambio climático.
Cambios en la alimentación
Algunas frutas y verduras han mostrado cambios en sus aspectos y sabores. Algunos ejemplos son:
- Cítricos – La falta de agua aumenta la acidez de los cítricos, disminuyendo también el grosor de la piel y dejando los frutos con un aspecto más pálido. Una reacción positiva, sin embargo, es que algunas frutas reaccionan aumentando la cantidad de sorbitol, un edulcorante natural que favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas para el intestino.
- Manzanas y peras – Estas frutas necesitan temperaturas más frescas. Durante el desarrollo, algunas variedades han mostrado una floración incompleta y han perdido frutos. El calor provoca la reducción de las antocianinas en la fruta, que dan a las manzanas su color rojo y sus beneficios para la salud humana.
- Tomates – Con el calor, hay menos polen y menos floración. La consecuencia es una reducción del rendimiento de la cosecha y una disminución del color rojo de estos frutos.
- Zanahoria – Esta hortaliza necesita mucha agua, y con los episodios de sequía que se dan en muchas zonas, su aspecto varía a zanahorias con menos sabor y rigidez. Sin embargo, el calor hace que las zanahorias sean más dulces en respuesta.
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Fuentes:
Novas cultivares de alface crespa suportam até dez dias mais o calor