El papel del medio de transporte en la salud cerebral está ganando relevancia en el ámbito científico. Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open ha revelado que actividades como caminar o andar en bicicleta no solo mejoran la condición física, sino que también desempeñan un papel clave en la prevención de la demencia y en el mantenimiento de la estructura cerebral. Estos hallazgos destacan cómo decisiones cotidianas, como el modo de transporte, pueden influir significativamente en la salud cognitiva a largo plazo.
Diseño y metodología del estudio
El estudio analizó datos de casi medio millón de participantes con edades comprendidas entre los 40 y 69 años, quienes fueron seguidos durante un período promedio de 13.1 años. Los investigadores analizaron los modos de transporte más utilizados por los participantes en las últimas cuatro semanas, clasificándolos en cuatro categorías: no activos (uso de vehículos motorizados o transporte público), caminar, caminar combinado con otros modos, ciclismo y ciclismo combinado con otros modos.
Los resultados se obtuvieron mediante modelos de regresión de riesgos proporcionales de Cox, ajustados por múltiples factores como edad, sexo, nivel educativo, índice de masa corporal, actividad física, consumo de alcohol, tabaquismo y antecedentes médicos. Además, se incluyeron análisis de imágenes por resonancia magnética para evaluar los cambios en la estructura cerebral.
Hallazgos clave del estudio
El estudio destaca que las personas que optaron por el ciclismo o combinaciones de ciclismo con otros medios de transporte mostraron una reducción significativa en el riesgo de desarrollar demencia. En particular, el ciclismo estuvo asociado con una reducción del 19% en el riesgo de demencia de inicio tardío y del 40% en la de inicio temprano. Además, el ciclismo también se asoció con un aumento en el volumen del hipocampo, una región cerebral crucial para la memoria y el aprendizaje, lo que sugiere una posible protección contra el deterioro cognitivo.
Estos beneficios no solo se atribuyen al ejercicio físico, sino también a los desafíos cognitivos que implican actividades como el ciclismo, que requieren atención, coordinación y planificación. Esto contrasta con otros modos de transporte, como caminar de forma exclusiva, que no mostraron el mismo nivel de protección contra la demencia.
Además, el análisis reveló que los beneficios de la movilidad activa son mayores en personas sin predisposición genética a la demencia, específicamente aquellas que no portan el gen APOE ε4. Este hallazgo sugiere que las elecciones de estilo de vida pueden mitigar, en cierta medida, los riesgos genéticos asociados con enfermedades neurodegenerativas.
Implicaciones para la salud pública
Los resultados de este estudio tienen importantes implicaciones para la promoción de la salud pública. Fomentar el uso de modos de transporte activo no solo contribuye a la sostenibilidad ambiental, sino que también puede ser una estrategia efectiva para reducir la carga de enfermedades neurodegenerativas en una población que envejece rápidamente.
Además, el estudio subraya la necesidad de políticas urbanas que faciliten el acceso a infraestructuras seguras para caminar y andar en bicicleta. Esto incluye la creación de carriles para bicicletas, zonas peatonales y campañas educativas que promuevan los beneficios del transporte activo.
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Fuente: Active Travel Mode and Incident Dementia and Brain Structure