Aunque los profesores no son profesionales de la medicina, suelen tener muchos alumnos con enfermedades crónicas. Con una mayor formación, los profesores pueden sentirse calificados para responder a una emergencia médica.
Muchos niños padecen enfermedades crónicas y esto se hace especialmente evidente en el aula, donde pasan gran parte de su tiempo. En España, por ejemplo, uno de cada cuatro menores padece una enfermedad crónica. Algunos ejemplos de estas afecciones son la obesidad, la celiaquía, la diabetes, la epilepsia y las alergias alimentarias.
En los últimos 10 años ha aumentado la concienciación sobre la prevalencia de las enfermedades crónicas. Esto se debe a que hay más atención médica y tratamiento para estas enfermedades específicas. Una enfermedad que se ha vuelto específicamente más prevalente es el asma. Alrededor del 10% de los niños y adolescentes en edad escolar en España padecen asma y se considera la principal enfermedad crónica para este grupo de edad.
El asma adquiere especial relevancia en la escuela cuando se realizan actividades físicas. Este ejercicio puede provocar ataques de asma y supone una oportunidad para que los profesores intervengan para ayudar al niño.
Se han diseñado varios estudios para conocer el conocimiento de los profesores sobre las enfermedades crónicas y cómo responderían. Los resultados muestran que los profesores tienen miedo de herir al niño. Además, a veces la medicación de emergencia no está disponible o los profesores no saben cómo utilizarla.
Hay proyectos destinados a concienciar a los profesores sobre cómo reaccionar cuando un niño necesita asistencia médica. Aunque los profesores no son profesionales de la salud, deberían tener un conocimiento básico de las afecciones más comunes de sus alumnos. Por ejemplo, los profesores deben ser capaces de reconocer los síntomas y tener un plan de acción.
Para cada niño con una enfermedad crónica, las familias pueden trabajar con las escuelas para crear este plan médico en caso de crisis. Este documento debe ser leído y comprendido por los profesores de los alumnos para poder responder en caso de emergencia. Cuando los profesores son capaces de actuar inmediatamente, podrían salvar la vida del niño, especialmente cuando no hay enfermeras escolares presentes.
Está claro que algunas emergencias médicas son más fáciles de tratar que otras. Aun así, debe haber una formación adecuada para los profesores que les dote de las habilidades necesarias para reaccionar y ayudar al niño. Las encuestas han revelado que la falta de conocimientos es lo que más impotencia genera en los profesores. Cuando los profesores reciben formación sobre las distintas enfermedades crónicas y tienen acceso a un plan médico, pueden tener menos miedo cuando se produce una crisis en el aula.
Con la celebración del Día Mundial de los Docentes el 5 de octubre, tenemos la oportunidad de reconocer la importancia de los profesores en la vida de los niños. Esto es especialmente cierto para aquellos alumnos que padecen enfermedades crónicas y pueden depender de sus profesores para ayudarles en caso de emergencia médica. Con una mayor formación para los profesores, estos pueden estar equipados para ayudar al creciente número de estudiantes que experimentan estas enfermedades crónicas.
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