Llevar una dieta sostenible contribuye a cuidar del planeta. Así lo reflejan los datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La industria alimentaria
Cerca de un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial para el consumo humano se pierde. Con este sobrante podrían alimentarse los 690 millones de personas que padecen hambre en el mundo.
Además de este desperdicio de alimento, preocupa el empleo de recursos naturales en la producción alimentaria. Ésta es responsable del 30% del consumo energético mundial y de un 22% de los gases de efecto invernadero.
La huella medioambiental
La huella medioambiental asociada a nuestra alimentación se ha incrementado durante los últimos años debido al crecimiento de la población mundial que, para 2050, alcanzará los 9.100 millones de personas. Esto supondrá un aumento de la producción alimentaria del 70% en el mundo y de un 100% en los países en desarrollo.
Para reducir esta huella es necesario reflexionar sobre el impacto de nuestra alimentación. Desde promover y asegurar una producción suficiente para prevenir el hambre y la malnutrición a nivel mundial, hasta evitar el agotamiento de los recursos naturales.
Reducir el impacto de la dieta
Las dietas sostenibles son aquellas que generan un impacto ambiental reducido y contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional. Por otro lado, también protegen los ecosistemas, son culturalmente aceptables, accesibles y económicamente justas.
Es por ello que muchos países ya han incorporado consideraciones de sostenibilidad en sus políticas alimentarias. Entre las recomendaciones encontramos:
- Llevar una alimentación de origen vegetal.
- Optar por alimentos locales y de temporada.
- Reducir el desperdicio de alimentos.
- Consumir pescado de reservas sostenibles.
- Disminuir el consumo de carne roja, de alimentos altamente procesados o de bebidas azucaradas.
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Fuente: Hacia una nutrición sostenible
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