Un breve estudio resalta las fortalezas y debilidades del Servicio de Ayuda a Domicilio en España
El Servicio de Ayuda a Domicilio (S.A.D.) es un recurso utilizado en todo el territorio español, con la finalidad de promover la autonomía de las personas de la tercera edad en su entorno habitual. Gracias a este servicio las personas ancianas pueden recibir ayuda de un personal cualificado y supervisado. En Granada el servicio se ofrece en 8 Centros Municipales de Servicios Sociales. Un estudio etnográfico desarrollado por Isabel María Botía Díaz, busca identificar indicios de las ventajas y desventajas del servicio ofrecido en Granada a personas con dificultades para vivir en forma independiente.
Para realizar este estudio se participó de forma abierta en la vida de cuatro personas, durante tres meses de trabajo de campo, realizando una observación en los hogares de los pacientes mientras se recibía el servicio del S.A.D. Se reconoce que la muestra es pequeña y serían necesarios más estudios, pero los resultados obtenidos proporcionan una línea de partida para más investigaciones.
Botía reconoce como fortaleza del servicio que se logra atender las necesidades básicas de personas que tienen dificultades para desarrollar sus actividades cotidianas; sirve además para atender situaciones urgentes; previene el internamiento de personas con ayuda del S.A.D.; Se brinda apoyo a los cuidadores y familiares en labores de cuidado y ayuda a identificar ayudas técnicas o adaptaciones para mejorar los cuidados que brindan los auxiliares.
Al hacer un análisis de las debilidades del modelo, Botía reconoce que la cobertura del S.A.D es escasa, con amplias listas de espera; el tiempo ofrecido a los pacientes es limitado, sobre todo en los casos de cuidados inensivos que requieren un servicio continuado; el servicio es rígido y no se adapta a las preferencias y horarios de los usuarios. Se destaca que hay escasas acciones para potenciar la función preventiva y promover la autonomía personal de los usuarios, pues se abarcan los cuidados personales y la atención doméstica, pero se hace necesario promover hábitos de vida, capacidades, actitudes y habilidades que garanticen la vida independiente de los pacientes; además no hay una formación especializada para atender a personas con demencia , deterioro cognitivo o alzhéimer; se reconoce escasa coordinación socio-sanitaria y desconocimiento de las patologías de las personas usuarias por parte de los auxiliares.
La investigadora resalta que aunque la dependencia supone la pérdida de la capacidad para realizar las actividades de la vida diaria (AVD) no implica la pérdida de la capacidad de elegir libremente sobre qué hacer con la propia vida, mientras se mantenga una capacidad mental suficiente. El documento de 20 páginas presenta un análisis detallado de actividades de los pacientes: comer, asearse o ducharse, vestirse, micciones o deposiciones, uso del retrete, trasladarse, subir y bajar escaleras, capacidad para usar el teléfono, realizar de compras, preparación de las comidas, cuidado de la casa, lavado de ropa, uso de medios de transporte y desarrollar una actitud de responsabilidad al administrar su medicación.
Al hacer un análisis de actividades, se identificó que se realizó una mayor promoción de independencia funcional en actividades de carácter personal como la ducha, el aseo o trasladarse dentro del hogar, pero limitada promoción de actividades como deposiciones o micciones, vestirse, ir de compras, apoyo a la medicación, el manejo de dinero y actividades domésticas, pero no se pudo comprobar el resto de actividades porque no fueron prescritas o contempladas por el S.A.D.
Las habilidades, destrezas o competencias mostradas por los auxiliares motivaron a los usuarios a participar en el desarrollo de actividades, debiendo facilitarles orientación para realizar ciertas acciones de forma segura. Resulta esencial que se mantenga una buena comunicación e interacción entre auxiliares y sus usuarios.
Se identificaron dificultades en la promoción de la independencia funcional cuando los auxiliares desconocían los problemas de salud de los usuarios o cuando no había coordinación entre los cuidadores habituales y sustitutos. Cuando se producía el agravamiento de la salud de un usuario, también se reducía su capacidad para participar en las actividades propuestas por los auxiliares.
La investigadora propone que el programa S.A.D. tenga un «carácter más preventivo, educativo y rehabilitador, además de asistencial, promoviendo la independencia funcional y ayudando a los usuarios a adaptar sus espacios para lograr mayor autonomía. El documento plantea que se realice una «valoración geriátrica integral inicial y un plan de atención para la recuperación de sus capacidades funcionales en el que se incluya un seguimiento periódico por parte de un terapeuta ocupacional».
Los estudiantes del área de gerontología de FUNIBER analizan constantemente estrategias de servicios para mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad.
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