Las enfermedades cardiovasculares pueden atribuirse en gran medida a los materiales nocivos presentes en el aire y seguirán afectando a nuestra salud si no trabajamos para mejorar el medio ambiente.
Como cuarta causa de mortalidad, las enfermedades cardiovasculares no hacen más que aumentar con el incremento de la contaminación. De hecho, cerca del 30% de las muertes por esta enfermedad se deben al humo, la contaminación atmosférica y otros compuestos tóxicos del aire. El colesterol alto, un estilo de vida sedentario y un peso poco saludable también influyen en las enfermedades cardiovasculares, pero ninguno de estos factores de riesgo causa tantas muertes como la contaminación.
Las investigaciones científicas han demostrado que la contaminación del aire, el agua y los alimentos contribuyen a las enfermedades cardiovasculares. Más concretamente, la influencia del plomo, el cadmio y el arsénico, incluso por debajo de los niveles legales, puede crear problemas de salud.
Por ello, el Congreso de Salud Cardiovascular SEC21, organizado por la Sociedad Española de Cardiología, se reunió la semana pasada para debatir sobre los riesgos crecientes del cambio climático. Decidieron incluir una nueva práctica clínica, denominada Cardiología Ambiental, para tener en cuenta los factores de contaminación en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
Los estudios ya han demostrado que en los días de fuerte contaminación atmosférica en las ciudades aumentan las insuficiencias cardíacas, los infartos y las arritmias. Sin embargo, a medida que la calidad del aire empeora, la relación con las enfermedades cardiovasculares no hará más que aumentar.
Además de trabajar para mejorar el medio ambiente, hay algunas formas en que las personas pueden disminuir el riesgo de contraer la enfermedad. En primer lugar, es importante tener en cuenta dónde vivir. Obviamente, las ciudades se ven más afectadas por la contaminación y, por tanto, podrían crear un mayor riesgo para los residentes.
Recientemente también se ha investigado sobre una terapia de quelación, que funciona para reducir los metales pesados en el cuerpo. Los estudios de prueba ya han demostrado que el fármaco de la terapia es relativamente eficaz para eliminar los metales. Por ejemplo, el plomo y el cadmio se eliminaron a través de la orina y realmente ayudaron a reducir el número de infartos, muertes y revascularización coronaria. Además, los ensayos con la terapia de quelación también ayudaron especialmente a los diabéticos a evitar la aparición de una enfermedad cardiovascular.
Como hemos hecho durante la pandemia, el uso de una mascarilla puede reducir los efectos de la contaminación. Esto nos permite inhalar menos metales tóxicos en el aire y proteger aún más nuestra salud cardiovascular. En cuanto a la calidad del aire en el interior de los edificios, un sistema de filtrado HEPA o de renovación del aire podría ayudar a reducir el riesgo de infección.
Por último, una prohibición más estricta de fumar en zonas concurridas también puede reducir la exposición a estas toxinas nocivas y, a su vez, reducir la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares. Gracias a estos esfuerzos, combinados con acciones para limpiar el medio ambiente, puede mejorar la salud cardiovascular de muchos.
FUNIBER patrocina diversos cursos centrados en la conexión entre la salud y el medio ambiente. Algunos de los programas incluyen la Maestría en Gestión y Auditorías Ambientales y la Maestría en Promoción de la Salud y Salud Comunitaria.
Foto: Todos los derechos reservados