A pesar de que los detalles sobre los inicios de estas hortalizas son firmes, los investigadores están aprendiendo poco a poco más sobre los genes.
Las sandías y otros melones encierran en realidad muchos secretos, ya que los investigadores no conocen exactamente su origen. Muchos están investigando los genes de los melones para entender de dónde proceden otras verduras relacionadas y cómo se pueden alterar los genes para adaptarlos a las preferencias humanas.
Los investigadores suponen que los melones proceden de la familia de las cucurbitáceas, que incluye las calabazas, el pepino y otras verduras similares. Sin embargo, curiosamente, los melones carecen de cucurbitacina, característica de este grupo.
Además, los melones han sido domesticados muchas veces a lo largo de la historia, lo que hace aún más difícil rastrear el origen de la hortaliza. La sandía, en concreto, ha sido domesticada tres veces distintas, una en África y dos en la India. Por ello, la creencia inicial era que la sandía procedía de la línea de los melones cítricos sudafricanos, Citrullus caffer. Ahora saben que esta fruta está más vinculada al melón de Kordofán, en Sudán.
Una iniciativa española trabaja en un proyecto de Melonomics y hace 9 años publicaron la secuenciación del genoma de la planta y de siete de sus variedades. Este grupo se centra ahora en cómo los programas genéticos contribuyen al proceso de maduración del melón. En última instancia, les gustaría poder alterar estos genes para conservar los melones durante más tiempo, quizá hasta tres semanas, en lugar de una. Además, están empezando a comprender los genes que contribuyen al tamaño y la forma del melón. Con esta modificación genética, los agricultores podrían producir melones de distintos tamaños para dar cabida a una mayor variedad de clientes.
Otros grupos de investigación también están aprendiendo más sobre los melones. Un equipo de China descubrió que el gen ClLCYB contribuye a la pigmentación de la fruta. Otro grupo que estudió las sandías silvestres descubrió que contienen genes que las hacen más resistentes a las enfermedades, las plagas y las sequías. Introduciendo este gen en la sandía cultivada, se podría aumentar la producción del melón.
Tras años de domesticación y cultivo, el melón ha perdido parte de su resistencia a las enfermedades y al clima. Sin embargo, con el gen añadido de las sandías silvestres, permitiría que la fruta creciera en climas más diversos.
Aunque los investigadores están más interesados en la composición del melón, los clientes quieren saber cómo elegir el perfecto en la tienda. En primer lugar, para evitar los melones dañados, es mejor seleccionar uno en la parte superior de la pila. Además, si se golpea la sandía, debe sonar hueca, pero firme. Esto representará un centro más rasgado. Como opción final, también puedes oler la zona del tallo y si huele a fresco, entonces tu melón debería estar maduro.
A pesar del misterio que rodea a los melones, los investigadores están descubriendo nuevas formas de modificar la fruta a medida que aprenden más sobre la composición genética. Lo ideal es que esto conduzca a un mejor producto en las tiendas para los clientes.
Para aprender más sobre el estudio de los alimentos, FUNIBER patrocina una variedad de cursos. Uno de estos programas es la Maestría en Nutrición y Biotecnología Alimentaria.
Fuentes: La ciencia tras los secretos de sandías y melones
Foto: Todos los derechos reservados.