Dra. Laura Pérez, coordinadora del Doctorado en Psicología, analiza cuestiones fundamentales sobre el trastorno de la depresión, que afecta hoy a más de 350 millones de personas en el mundo
Dra. Laura Pérez, coordinadora del Doctorado en Psicología, que FUNIBER empieza a patrocinar a partir de abril, comenta cómo la depresión se produce en el cerebro, sus síntomas más comunes y cómo se puede prevenirla, en algunos casos.
Ella destaca la relevancia que las investigaciones sobre la depresión cobran en la actualidad. “El desarrollo de estudios sobre esta enfermedad nos puede ayudar a determinar la eficacia de nuevos tratamientos, desarrollar protocolos de intervención que respondan a las exigencias de los contextos contemporáneos, entender mejor los factores de riesgo y cómo realizar una adecuada prevención, entre otros muchos beneficios del estudio en esta área”, afirma.
Laura Pérez es Doctora (Cum Laude) y Máster en Ciencias Cognitivas y Lenguaje por la Universidad de Barcelona (España). También, es Licenciada en Psicología por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia) y experta en Coaching por el Instituto Gestalt (España). Actualmente es la Directora Académica de la Maestría en Psicología Clínica y de la Salud, patrocinada por FUNIBER, con doble titulación por la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO) y la Universidad Internacional Iberoamericana de México (UNINI México).
Para más información sobre el Doctorado de Psicología: Nuevo Doctorado en Psicología promovido por FUNIBER
Actualmente, la depresión es la principal causa mundial de discapacidad. ¿Cómo se desarrolla la enfermedad en nuestro cerebro?
El Trastorno Depresivo Mayor afecta a 350 millones de personas en el mundo y es, no sólo la principal causa mundial de discapacidad, sino también responsable de una importante carga de la morbilidad en el mundo. Lo que esto significa es que un elevado porcentaje de la población ha presentado o presentará un episodio de depresión mayor en el transcurso de su vida, el cual le incapacitará para llevar a cabo tareas cotidianas tales como ir al trabajo, llevando en el peor de los casos al suicidio.
Estas cifras son alarmantes, pero más aún lo es que año tras año se comprueba que las tasas de depresión están en ascenso. Esto ha hecho que aumenten las investigaciones para descubrir qué hace la depresión a nuestro cerebro, cómo prevenirla y qué tratamientos son eficaces.
Aún tenemos mucho que conocer sobre qué sucede en nuestro cerebro cuando estamos deprimidos, y hay estudios recientes que muestran nuevos hallazgos sobre cómo determinadas estructuras cerebrales son diferentes en pacientes que están presentando un episodio de depresión mayor. No obstante, clásicamente se ha asociado la depresión con un desequilibrio de la química cerebral debida a que ciertos neurotransmisores que permiten la regulación del estado anímico están en bajas concentraciones o no se conectan de manera eficaz.
¿Nos puede indicar cuáles son los síntomas, y cómo se pueden detectar?
Los principales indicadores de que una persona padece esta enfermedad son el ánimo deprimido (p. ej., se siente triste, vacía o sin esperanza, se le ve llorosa) y la disminución importante del placer e interés por las actividades la mayor parte del día, todos los días. También se debe atender a los siguientes síntomas que deben presentarse casi todos los días de manera que podamos hacer el diagnóstico:
- Pérdida importante de peso o disminución o aumento del apetito
- Insomnio o hipersomnia
- Agitación o retraso psicomotor
- Fatiga o pérdida de la energía
- Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o de tomar decisiones
- Pensamientos de muerte recurrentes
Estos síntomas deben haber estado presentes, como mínimo, dos semanas y representar un cambio en el funcionamiento anterior, causando un malestar significativo y deterioro en el ámbito social, laboral, etc.
Es importante mencionar también que en niños y adolescentes es frecuente que la depresión no se presente con ánimo decaído sino con irritabilidad, y los padres y maestros serán los primeros en detectar signos de alarma.
Como se puede ver, la depresión es diferente de la tristeza, la decepción y otras emociones que son completamente normales como reacciones a ciertos eventos de la vida. Sus síntomas están bien definidos y requieren presentarse a lo largo de cierto tiempo y de manera consistente.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), la depresión podría causar cambios en la estructura del cerebro. ¿Esto podría ocasionar cronificación o reincidencia de la depresión en pacientes ya tratados?
Según los datos epidemiológicos que tenemos, la duración media de un episodio depresivo mayor es de unos cuatro o cinco meses, bajo tratamiento. La mayor parte de los pacientes se recupera en uno o dos años, pero hay un porcentaje que tendrá un curso crónico. Las personas que tienden a la cronificación son las que han tardado mucho en buscar tratamiento. No obstante, quienes obtienen tratamiento oportuno tienen altas posibilidades de recuperar su salud. Esto es así porque nuestro cerebro tiene una maravillosa cualidad: la neuroplasticidad, que hace que seamos receptivos a nuevos estímulos y podamos reaprender y establecer nuevos caminos neuronales. Nuestro cerebro es un órgano altamente adaptable y responde bien a los tratamientos para la depresión con los que contamos en la actualidad.
En cuanto a las recaídas, el mayor riego está en los primeros meses después de recuperarse. Una explicación para esto es que, si bien nuestro cerebro es neuroplástico, necesita tiempo para que los cambios se asienten y las nuevas vías corticales se refuercen. No obstante, si el tratamiento es continuado y hay un seguimiento adecuado, es posible una recuperación completa.
¿Cómo se realizan planes de prevención de la enfermedad, desde la Psicología? ¿Y para su tratamiento?
La depresión es multicausal. Algunos factores de riesgo son: la luz solar y las estaciones, el estrés, los acontecimientos vitales, circunstancias laborales adversas, la obesidad, la existencia de enfermedades crónicas, entre otros. La prevención desde la psicología está centrada en estos factores, ayudando al paciente a que genere por una parte hábitos saludables y de autocuidado que contribuyan a crear buenas redes de apoyo y una vida equilibrada y sana con actividades que enriquezcan la vida, así como, por otra parte, habilidades de afrontamiento de las situaciones difíciles y para la gestión de las emociones, los pensamientos y el estrés.
En cuanto al tratamiento, las terapias psicológicas son consideradas un tratamiento eficaz para la depresión, aunque en casos muy graves y crónicos se podría recurrir simultáneamente a tratamiento farmacológico (el cual personalmente desaconsejo en otros casos). Dentro de las terapias psicológicas hay diversos enfoques y alternativas, entre las cuales se cuentan programas estructurados que se pueden aplicar tanto de manera individual como grupal y que no sólo actúan sobre el episodio agudo, sino que realizan un seguimiento y mantenimiento del paciente para asegurar que se restablece su estado de salud.
Creo importante mencionar que un tratamiento adecuado puede incluso conseguir que una persona salga de la depresión habiendo realizado cambios altamente positivos en la propia vida y con una mayor satisfacción generalizada de la que presentaba previamente al episodio.
En su opinión, ¿considera que el sistema actual de salud garantiza la actuación de psicólogos para la prevención y el tratamiento de la depresión?
El hecho de que los casos de depresión continúen aumentando a nivel mundial seguramente habla de una necesidad de realizar una mejor prevención. Desafortunadamente en el sistema de salud actual hay pocos psicólogos en proporción a la demanda, y estos están más focalizados en el tratamiento que en la prevención, rol que de momento ha sido amplia y desafortunadamente desestimado por los gobiernos.
Vivimos en una sociedad que impone un modelo emocional muy rígido y exigente, donde se debe estar siempre feliz, positivo y productivo, y en la cual hay un gran analfabetismo emocional, es decir, mucha ignorancia sobre cómo funcionan nuestras emociones en todo su espectro, cómo lidiar con ellas y cómo cultivar hábitos de higiene mental que ayuden a propiciar una buena salud a este respecto.
Una adecuada educación emocional desde edades tempranas sería un buen lugar por dónde comenzar una prevención eficaz de la depresión. Igualmente, el psicólogo puede acompañar a una persona que está atravesando un momento difícil para que desarrolle su inteligencia emocional y se entrene en habilidades sociales, de afrontamiento y de gestión de las emociones y pensamientos perturbadores. En fin, la actuación de los psicólogos en los sistemas de salud podría ser más amplia y disponibilizarse previamente a la aparición de una patología, dando así un servicio de prevención más robusto.
En el Doctorado de Psicología, patrocinado por FUNIBER, hay una línea de especialización enfocada a la Psicología Clínica y de la Salud. ¿Cómo el estudio del doctorado puede colaborar para enfrentar la depresión, considerada un problema mundial de salud?
Como explicaba previamente, la investigación sobre la depresión es particularmente relevante en nuestros días. El desarrollo de estudios sobre esta nos puede ayudar a determinar la eficacia de nuevos tratamientos, desarrollar protocolos de intervención que respondan a las exigencias de los contextos contemporáneos, entender mejor los factores de riesgo y cómo realizar una adecuada prevención de esta enfermedad, entre otros muchos beneficios del estudio en esta área.