Actividad física y sueño para mejorar el rendimiento mental en la vejez

El envejecimiento trae consigo múltiples desafíos, pero también oportunidades para mantener una vida activa y saludable. Uno de los aspectos más críticos del bienestar en la vejez es la preservación de la función cognitiva, esencial para la autonomía y la calidad de vida. Un reciente estudio publicado en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity revela cómo la actividad física y el sueño influyen directamente en el rendimiento cognitivo diario de los adultos mayores. 

El deterioro mental de los adultos mayores afecta su calidad de vida y su independencia, por ello es esencial identificar los factores conductuales modificables que ayudan a mantener la mente activa. La actividad física es uno de esos factores conductuales identificados como protectores de la función cognitiva, reduciendo el riesgo de demencia y mejorando el rendimiento mental a corto plazo. Por el contrario, pasar mucho tiempo sentado puede empeorar estas capacidades.

El papel de la a físico y el sueño en la función cognitiva

Los estudios indican que los beneficios del ejercicio en el cerebro ocurren poco después de realizarlo, gracias al aumento del flujo sanguíneo y la estimulación de sustancias químicas en el cerebro. Sin embargo, no está claro si estos beneficios se mantienen hasta el día siguiente. Algunos estudios han encontrado que la actividad física podría mejorar la memoria y otras funciones mentales al día siguiente, pero no hay estudios que hayan explorado estos aspectos en adultos mayores ni han considerado el impacto del sueño. 

La calidad del sueño también juega un papel importante en la salud mental. Dormir bien, especialmente en ciertas etapas del sueño como el sueño profundo (SWS) y el sueño REM, está relacionado con una mejor memoria y funciones cognitivas. Además, la actividad física puede mejorar la calidad del sueño, ya que promueve el SWS y retrasa el inicio del sueño REM. 

¿Cómo se realizó el estudio? 

Para entender mejor esta relación, se realizó un estudio, que se titula «Associations of accelerometer-measured physical activity, sedentary behavior, and sleep with next-day cognitive performance in older adults: a micro-longitudinal study», con 76 adultos británicos de entre 50 y 83 años quienes no presentaban signos de deterioro mental. Usaron dispositivos para medir su actividad física y sueño durante ocho días, mientras realizaban pruebas mentales diarias en línea. El objetivo fue analizar cómo la actividad física, el tiempo sedentario y la calidad del sueño influyen en distintas habilidades mentales, como la atención, la memoria, la velocidad psicomotora, la función ejecutiva y la velocidad de procesamiento. Se planteó que más ejercicio, menos tiempo sentado y un mejor sueño estarían relacionados con un mejor rendimiento mental al día siguiente.

Un adulto mayor durmiendo plácidamente para preservar su función cognitiva.
Dormir más de 6 horas mejora la memoria episódica (capacidad de recordar eventos), la velocidad psicomotora (rapidez de reacción) y la atención en la vejez.

Resultados relevantes

Los resultados mostraron que realizar 30 minutos adicionales de actividad física moderada a intensa el día anterior mejoró la memoria episódica, que es la capacidad de recordar eventos, y la memoria de trabajo, que consiste en usar información en el momento. En cambio, pasar 30 minutos más en comportamientos sedentarios afectó negativamente la memoria de trabajo. Estos efectos se mantuvieron incluso al considerar la calidad del sueño.

Además, dormir más de 6 horas la noche anterior mejoró la memoria episódica, la velocidad psicomotora, que se refiere a la rapidez de reacción, y, en menor medida, la atención. También se encontró que más tiempo en sueño REM (movimiento ocular rápido), una fase del sueño profundo, se asoció con una mejor atención, mientras que el sueño profundo conocido como ondas lentas (SWS) ayudó a mejorar la memoria episódica. Estos hallazgos demuestran que tanto la actividad física como el sueño tienen efectos positivos e independientes en el rendimiento mental del día siguiente.

Fortalezas y limitaciones

Otros estudios han encontrado que el ejercicio mejora la memoria y la velocidad de procesamiento de manera inmediata, aunque estos efectos suelen durar entre 20 minutos y 2 horas. Este estudio amplía esa evidencia al demostrar que los beneficios pueden durar hasta 24 horas después del ejercicio. También refuerza la importancia del sueño para la memoria y la atención. Sin embargo, tiene algunas limitaciones, ya que los participantes eran activos y sanos, por lo que los resultados podrían no aplicarse a personas con problemas cognitivos o menos activas. Tampoco se analizaron los tipos de actividades sedentarias, como leer o ver televisión, que podrían tener efectos diferentes, ni se evaluaron cambios a largo plazo en la función cognitiva.

Conclusión

En un mundo donde la población envejece rápidamente, es crucial encontrar formas de mantener la salud mental en los adultos mayores. Este estudio sugiere que combinar actividad física regular con buenos hábitos de sueño puede ayudar a preservar la memoria, la atención y otras habilidades mentales en el día a día. Aunque se necesitan más investigaciones con muestras más grandes y diversas, estos resultados refuerzan la importancia de un estilo de vida activo y saludable para el bienestar mental en la vejez.

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Fuente: Associations of accelerometer-measured physical activity, sedentary behavior, and sleep with next-day cognitive performance in older adults: a micro-longitudinal study