Maria José Codina enfatiza la importancia de las emociones en el aprendizaje y refuerza la importancia del profesor en la creación de modelos cívicos para los alumnos.
Uno de los principales hallazgos de la neuroeducación es el gran impacto de las emociones en el aprendizaje. De acuerdo con la Doctora en Filosofía Maria José Codina, en un artículo publicado por El Diari de l’Educació, una de las mejores maneras de favorecer el aprendizaje es establecer un vínculo emocional con el alumno. “Para que el estudiante aprenda, tiene que tener una retroalimentación del profesor. Depende de cómo hablamos las cosas, podemos ayudar o dificultar su aprendizaje”, dice.
Codina cree que el profesor debe tener una actitud de interés por la vida de los alumnos y generar un vínculo más fuerte entre ellos, haciendo qué el alumno se sienta más conectado y, consecuentemente, preste más atención en la clase. “Si usted se interesa por ellos en el aula, después son ellos los que se interesan por usted”, complementa.
Para ella, un alumno solo pregunta en clase si se siente seguro. De lo contrario, las emociones negativas se vuelven un obstáculo directo para su aprendizaje, ya que “tenemos un filtro en nuestro cerebro que, cuando se encuentra en una situación de peligro, se enfoca en este peligro y no logra procesar los inputs externos”.
Neuroeducación en virtudes
Codina es también autora del libro Neuroeducación en virtudes cordiales: Cómo reconciliar lo que decimos con lo que hacemos, en el que argumenta que la neuroeducación puede ayudar en la construcción de una ciudadanía cívica.
Por medio de la repetición de cualquier acción, afirma que el cerebro establece conexiones neuronales que pueden ponerse cada vez más fuertes y modificar la estructura cerebral, transformando las acciones en hábitos, como sucede con la música o el deporte, pero que puede suceder también con la adquisición de hábitos cívicos.
Codina argumenta que el contexto educativo puede modificar la estructura del cerebro. “Si usted educa por medio del diálogo, la escucha y la argumentación en todas las clases a lo largo de los años, es posible modificar la estructura cerebral de los estudiantes haciendo que repitan esas acciones de manera automática”.
Por supuesto, muchos de los alumnos no están dispuestos a aceptar el modelo de los profesores, pero Codina es clara: de nada vale imponer la autoridad por la fuerza; si el profesor trabaja la empatía, seguramente los alumnos estarán atentos, trabajarán mucho y no entrarán en conflicto con el docente.
Aplicar los avances de la neuroeducación en el aula puede ser de gran utilidad para los alumnos del Área de Formación de Profesorado de FUNIBER, que podrán perfeccionar todos los conocimientos adquiridos a lo largo del programa con el apoyo de una ciencia que está en plena evolución.
Fuente: http://fnbr.es/1yd
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