En un momento dado, la imagen de las autopistas en expansión que conectaban las ciudades a través de vastas extensiones era una visión del futuro.
Sin embargo, hoy en día, al considerar el impacto medioambiental del transporte y la forma de crear una vida más verde y saludable para los habitantes de las ciudades, muchos consideran que las autopistas son una plaga en los paisajes urbanos. Una tendencia creciente en la planificación urbana es la supresión de las autopistas, en la que se eliminan las que atraviesan las ciudades y se sustituyen por espacios verdes, carreteras más pequeñas u otros desarrollos.
Por supuesto, las autopistas son un desarrollo relativamente moderno que ha cambiado la vida urbana y la demografía de las diferentes regiones en general. Aunque el coche se inventó a principios del siglo pasado, la verdadera explosión del uso del automóvil y de las autopistas se produjo durante las décadas de 1950 y 1960. Esta tendencia fue especialmente pronunciada en Estados Unidos, donde el desarrollo de los suburbios fue impulsado intrínsecamente por el racismo.
La Gran Migración en Estados Unidos, en la que unos seis millones de afroamericanos se trasladaron desde el Sur de Estados Unidos a las ciudades del Medio Oeste, el Oeste y el Noreste del país, creó una población negra mucho mayor en las ciudades estadounidenses. Esta tendencia demográfica impulsó a su vez una «huida blanca» masiva hacia los suburbios de nueva construcción. Cuando los urbanistas de la época decidieron conectar las ciudades con los nuevos suburbios, construyeron intencionadamente autopistas a través de prósperas comunidades negras con el falso pretexto de «limpiar los barrios bajos», debilitando a las comunidades de color de todo el país.
Hoy en día, la devastación que las autopistas han provocado en las comunidades es una preocupación mundial, ya que impide que muchas zonas urbanas tengan espacios verdes prósperos y comunidades transitables. Donde hay autopistas, hay comunidades que carecen de inversiones y se ven perjudicados por mayores niveles de contaminación atmosférica y peores resultados en materia de salud. Para los planificadores urbanos que desean mejorar estos problemas, la eliminación de las autopistas es una solución atractiva.
Muchos de los que se oponen a la supresión de las autopistas han argumentado que este proceso aumentará la congestión del tráfico. Sin embargo, múltiples estudios de casos han demostrado que esta preocupación no tiene fundamento. Uno de los métodos que algunas ciudades han adoptado para eliminar las autopistas es convertirlas en bulevares más pequeños, permitiendo así que el tráfico fluya de forma que se adapte mejor a los peatones.
Otro método exitoso para la eliminación de autopistas y la renovación urbana ha sido la creación de carreteras subterráneas con parques en la parte superior. Uno de los ejemplos más conocidos es el de Seúl. Como parte de un esfuerzo por fusionar mejor la ciudad con su paisaje natural original, la ciudad se deshizo de una autopista elevada y restauró un río que había sido cubierto por el hormigón. El cambio de uso del suelo hizo que disminuyeran los niveles de contaminación del aire y el calor urbano.
Esa es otra de las ventajas de sustituir las autopistas por espacios verdes; este tipo de desarrollo ayuda a combatir los efectos de las islas de calor urbanas, un fenómeno en el que las zonas urbanas se calientan más debido al calor específico de los edificios que al de la materia orgánica. Una reducción similar de la contaminación y el calor urbano se produjo cuando Madrid convirtió la M-30 en una carretera subterránea cubierta por un tramo de espacio verde.
La arquitectura es una disciplina que determina cómo vivimos nuestra vida cotidiana a través de los cambios en nuestro entorno construido. Es evidente que también tiene importantes implicaciones para nuestro futuro en la lucha contra la creciente amenaza del cambio climático. Si te apasionan estos temas, quizá quieras considerar las Maestrías en Arquitectura y Diseño que patrocina FUNIBER.
Fuentes:
Highway Removals: Restoring the Urban Fabric and Unlocking New Development Opportunities
Can Removing Highways Fix America’s Cities?
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