Las deficiencias nutricionales representan un desafío crítico para la salud pública global, afectando de manera desproporcionada a las regiones con bajos índices de desarrollo socioeconómico. Un reciente estudio publicado en Frontiers in Nutrition analizó las tendencias de estas deficiencias desde 1990 hasta 2021, destacando su evolución y los efectos de la pandemia de COVID-19. Este análisis arroja luz sobre los factores de riesgo, los grupos más vulnerables y las acciones necesarias para mitigar este problema global.
El impacto de las deficiencias nutricionales
Las deficiencias nutricionales son un estado patológico que surge de una ingesta insuficiente, mala absorción o pérdida excesiva de nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y proteínas. Estas condiciones pueden desencadenar complicaciones multisistémicas, incluyendo daños neurológicos, endocrinos y cardiovasculares, y en casos severos, llevar a la muerte. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas deficiencias afectan tanto a países desarrollados como en vías de desarrollo, impactando especialmente a poblaciones vulnerables como niños, mujeres embarazadas y personas mayores.
El panorama global de las deficiencias nutricionales
Entre 1990 y 2021, la incidencia global de las deficiencias nutricionales y sus subtipos principales, como la deficiencia de la vitamina A y la malnutrición general, disminuyó significativamente gracias a las intervenciones de salud pública globales, con una reducción del 54.9% en la tasa de incidencia ajustada por edad y un descenso del 72.2% en la tasa de mortalidad ajustada por edad. Sin embargo, persisten disparidades notables según el género, la región y el nivel socioeconómico. Las mujeres, especialmente en regiones de bajo desarrollo, enfrentan una mayor carga de deficiencias de hierro y yodo, debido a sus necesidades biológicas específicas durante el embarazo y la lactancia.
En términos geográficos, las regiones con índices de desarrollo socioeconómico bajos continúan soportando la mayor carga de enfermedades relacionadas con deficiencias nutricionales. Concretamente, África subsahariana y Asia del Sur reportan las tasas más altas de incidencia y mortalidad asociadas a estas condiciones debido a factores como la pobreza, el cambio climático, la falta de acceso a recursos básicos y políticas gubernamentales.
Impacto de la pandemia de COVID-19
Aunque la pandemia de COVID-19 no alteró significativamente las tendencias epidemiológicas de las deficiencias nutricionales, sí exacerbó las desigualdades existentes. En regiones de bajo desarrollo, la interrupción de las cadenas de suministro alimentario y el acceso limitado a servicios de salud agravaron los problemas de malnutrición. Esto subraya la necesidad de estrategias de intervención más robustas y adaptadas a contextos específicos.

Factores de riesgo y subtipos de deficiencias
El estudio catalogó cuatro subtipos principales de deficiencias nutricionales: deficiencia de hierro, deficiencia de vitamina A, deficiencia de yodo y malnutrición proteico-energética. Entre estos, la deficiencia de hierro fue el factor de riesgo más prevalente, contribuyendo significativamente a la discapacidad y mortalidad global. Además, la deficiencia de vitamina A sigue siendo un problema crítico en regiones con bajos ingresos, afectando principalmente a niños menores de cinco años.
Implicaciones y estrategias futuras
Aunque las tendencias globales muestran una disminución en la carga de las deficiencias nutricionales, es evidente que se necesitan intervenciones más específicas y sostenibles. Los gobiernos y las organizaciones internacionales deben priorizar políticas que aborden las disparidades regionales y de género, promoviendo el acceso a alimentos ricos en nutrientes y fortaleciendo los sistemas de salud.
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