La epigenética ha demostrado tener la capacidad de desactivar los “genes malos”. La medicina moderna estudia ahora la forma de modificar la actividad del ADN con el objetivo de potenciar nuestros “genes buenos”.
La ciencia de la epigenética
La epigenética es un área dentro de la Biología que estudia el conjunto de reacciones químicas que varían la actividad del ADN pero sin alterar su secuencia. Estas variaciones pueden modular la expresión genética, “encendiendo” y “apagando” determinados genes. Así, se consigue determinar la posibilidad de desarrollar ciertas enfermedades como la diabetes, el autismo o el cáncer.
En otras palabras, en nuestro código genético existen unas pequeñas etiquetas químicas que aparecen y desaparecen del ADN en función de los cambios producidos en el entorno. Entre ellos encontramos el estrés, los hábitos o el ambiente. Por este motivo, es importante cultivar aquellos factores que desactivan los “genes malos”: el deporte, la alimentación y la meditación.
Deporte
Es bien sabido que el ejercicio aporta múltiples beneficios a nuestra salud. Sin embargo, si vamos un paso más allá, también puede modificar nuestra expresión genética y reducir el riesgo de sufrir enfermedades.
En relación al cáncer, los genes de las células encargadas de reparar el ADN se encuentran “desactivados” a causa del metilado. La práctica de deporte previene la aparición de esta reacción química y la recuperación del ADN dañado. Continuando con los ejemplos, en el caso de la diabetes, también se puede modificar la expresión genética del tejido muscular relacionado con la resistencia a la insulina.
Alimentación
La genética marca los primeros años de nuestra vida, pero después, la alimentación es el factor ambiental más determinante en la expresión de los genes. Es por ello que hay que cuidar qué comemos y llevar una dieta que incluya nutrientes ricos en metilo: aguacate, brócoli, granada… Éstos contribuyen a la mejora del funcionamiento de órganos como el corazón y el riñón.
Meditación
Aún no existen muchos estudios que traten la meditación desde la perspectiva de la epigenética. No obstante, esta práctica ha demostrado aumentar la salud cardiovascular, el sistema inmunológico y la resistencia al estrés.
Una investigación llevada a cabo en la Universidad de Wisconsin (EE.UU.) por la científica Perla Kaliman, evidencia que las personas que alcanzan el “mindfulness” ejercitan la corteza frontal, lo que se traduce en una sensación de serenidad. Si se mantiene a lo largo del tiempo, podrían cambiarse los patrones genéticos relacionados con el estrés.
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Fuente: 3 maneras de desactivar tus genes malos: deporte, alimentación y meditación
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