La sexualidad en la tercera edad es un tema que merece mayor tratamiento, sin tabúes.
¿Las personas mayores mantienen relaciones sexuales? ¿Es biológicamente posible que la vejez permita que estas personas disfruten de su sexualidad? Las respuestas a estas preguntas son ambas afirmativas. La sexualidad en la vejez, a pesar de tener varios factores en su contra, existe.
El sexo es una actividad que inspira juventud, energía y acción. Por lo tanto, este término no suele ser asociado con la vejez y, en caso de que se haga, es algo que socialmente está “mal visto”. Pero no por ello la sexualidad deja de ser importante cuando uno envejece: el sexo es vital. Incluso la Organización Mundial de la Salud (1975) la considera un derecho básico, y a todo a lo que ella se refiere.
Sin embargo, no es todo tan bonito como parece, ya que existen varios factores en contra del disfrute de la sexualidad en la vejez. Uno de ellos y el más evidente es que el modelo de conducta sexual de la juventud no es aplicable al de la vejez puesto que el ejercicio físico y el movimiento cobran mayor importancia. Además, el cuerpo de ambos sexos se deteriora con el paso de los años. Por un lado, los niveles de testosterona en el hombre disminuyen, las gónadas reducen en tamaño y rigidez, se producen menos espermatozoides, el semen escasea en volumen y viscosidad y el tiempo que se tarda en conseguir una erección completa aumenta considerablemente. Por otro lado, las tasas de estrógenos y progesterona en la mujer disminuyen (menopausia), la figura corporal cambia, el sexo no lubrica tanto como debiera y el útero y la vagina disminuyen en tamaño.
De todos modos, la ciencia ha avanzado mucho en este campo en concreto ya que cada vez son más las personas que dicen tener problemas a la hora de mantener relaciones sexuales debido a su edad. Productos como la famosa Viagra, una pastilla azul que hace que la erección masculina sea más eficaz, han hecho que la salud sexual pueda tener un alcance para todos los públicos.
Por otro lado, la psicología también ha indagado en este tema y ha propuesto una nueva forma de entender la salud sexual, basándose en las necesidades básicas del ser humano. El contacto corporal y la intimidad emocional son dos necesidades clave para entender este planteamiento: hay que humanizar el sexo. Convertir la convivencia en placer, no temer al deseo, descubrir la ternura, vivir el erotismo, aprender a amar en su grado más amplio y, sobre todo, cuidar de que todos los seres humanos puedan disfrutar libremente de sus derechos sexuales (A. Casaubón, 2011).
En definitiva, el sexo y la sexualidad son dos pilares fundamentales sobre los que se sostiene la salud sexual. A su vez, esta es un derecho básico que no se le puede negar a nadie incluyendo a la Tercera Edad que, aún teniendo varias dificultades para disfrutarla, lucha día a día para no perder la chispa que una vez les alumbró la vida y que ahora, gracias a la investigación, puede hacer que les alumbre de nuevo.
Autora ; Laura Lecuna.
Fuentes:
http://fnbr.es/2y5, http://fnbr.es/2y6, http://fnbr.es/2y7, http://fnbr.es/2y8, http://fnbr.es/2y9
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