El Día Mundial de la Justicia Social, que se celebra el 20 de febrero, nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre cómo podemos promover la igualdad y la justicia en nuestra sociedad globalizada.
Desde el área de Acción Social de FUNIBER nos sumamos a la celebración de esta fecha creada por las Naciones Unidas, en que destacan el trabajo decente y la equidad como claves para la justicia social.
En este sentido, la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Justicia Social para una Globalización Equitativa es una referencia importante. En 2008, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó esta declaración fundamental para abordar algunas de las disparidades más preocupantes de nuestra era. Mencionaron inequidades salariales, desempleo, inseguridad laboral y ausencia de derechos laborales básicos como asuntos urgentes que debe tratar la comunidad global para asegurar una globalización justa.
El trabajo decente debe estar al alcance de todos. No solo se trata de tener un empleo, sino también de la calidad de este. El trabajo decente implica tener un salario justo, seguridad en el lugar de trabajo, protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social. También significa igualdad de oportunidades y trato para todos, incluidas mujeres y hombres, trabajadores migrantes y personas con discapacidad.
Afrontamos el desafío de superar la precariedad laboral, acentuada por la pandemia del COVID-19. En una era de globalización y digitalización, donde las economías están más interconectadas que nunca, la inseguridad laboral, la falta de beneficios y las condiciones de trabajo precarias se han convertido en la norma para muchos.
Conmemorar el Día Mundial de la Justicia Social nos implica a todos. Debemos cuestionarnos: ¿Cómo estamos contribuyendo a la creación de trabajos decentes y a la equidad en nuestra sociedad?
Nos anima a ser activos en la pelea por la justicia social, a priorizar la creación y protección de empleos dignos, y a colaborar en la construcción de una globalización que, esencialmente, sea justa para todos.
Formación y educación para un trabajo decente
Un aspecto crucial para garantizar un trabajo decente para todos es la educación y la formación. Como profesionales que se están formando, la calidad y la relevancia de nuestra educación son de suma importancia.
Hoy en día, la formación profesional no debe contemplar solo el traspaso de conocimientos técnicos o habilidades específicas, sino también debe promover valores fundamentales como la justicia social, la equidad y los derechos humanos. Esto se debe a que el trabajo decente no solo se trata de salarios justos y seguridad en el lugar de trabajo, sino que también implica ser parte de un entorno laboral donde predomina el respeto, el trato justo y la dignidad.
De igual forma, es esencial fomentar una mayor cooperación entre las instituciones educativas, las autoridades gubernamentales y las empresas. La formación profesional debe estar más alineada con las demandas del mercado laboral, garantizando que los estudiantes adquieran las habilidades y conocimientos necesarios para obtener trabajos dignos al terminar su formación. Asimismo, esto permitirá a las empresas contar con trabajadores bien capacitados que pueden contribuir de manera efectiva a sus operaciones.
Por otro lado, se deben considerar formas innovadoras de formación y educación que reflejen las realidades del mundo laboral moderno y globalizado. Esto puede incluir la formación en habilidades digitales y tecnológicas, la promoción de la educación continua y el aprendizaje a lo largo de toda la vida, así como el fomento del emprendimiento y la creatividad.
Al centrarnos en estas áreas, podemos asegurarnos de que la formación y la educación sirvan como un camino efectivo hacia un trabajo decente para todos. En definitiva, redefinir la formación implica también reformular nuestra visión sobre qué significa un trabajo decente y cómo podemos alcanzarlo.
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