Los desastres naturales tienen efectos directos sobre el estado mental de los adultos mayores
El terremoto y tsunami que ocurrieron en Japón en el 2011 permitieron realizar experimentos para identificar el impacto de los desastres naturales sobre la vida y el desarrollo de enfermedades mentales entre los adultos mayores. Después del terremoto se pudo localizar a 3.500 supervivientes mayores de 65 años y se realizaron pruebas para medir el impacto de la catástrofe en la vida de las personas mayores.
Las personas mayores se enfrentan a muchos retos después de un desastre natural de gran magnitud. Muchas no tendrán acceso a cuidados médicos, y podrían perder a algunos familiares o amigos; además, como consecuencia del traslado a zonas de refugiados, las personas podrían perder contacto con sus amigos y aislarse socialmente.
Los investigadores realizaron un experimento con 3.566 supervivientes del tsunami, mayores de 65 años, considerando dos grupos: a aquellos que pudieron permanecer en sus casas y a otro grupo de personas que tuvieron que abandonar sus casas. Del grupo que se sometió al estudio el 38% dijo haber perdido familiares y amigos y el 58,9% manifestó que había sufrido daños materiales.
Los resultados del estudio indican que en una encuesta realizada antes del desastre, solo el 4,1% de los participantes manifestaba tener síntomas de demencia, pero tras el tsunami el porcentaje de personas con síntomas de demencia aumentó a 11,5%. Los investigadores indicaron que la prevalencia de accidente cardiovascular aumentó de 2,8% a 6,5%, así como también se incrementó la tasa de hipertensión entre las personas mayores de 54% a 57,2%, y el porcentaje de personas que dejaron de interactuar con sus vecinos casi se duplicó, aumentando de 1,5% a 2,9%.
El desastre ocurrido en Japón inundó extensas zonas urbanas y destruyó cientos de hogares. Después de 5 años los investigadores realizaron un estudio e identificaron que aquellos adultos mayores que fueron trasladados a refugios temporales después de la catástrofe tenían más probabilidades de sufrir efectos nocivos para sus mentes, porque se les separa de sus barrios y sus familias, pudiendo dichas circunstancias afectarles y acelerar el deterioro cognitivo en personas de la tercera edad.
En esta investigación, publicada en la revista PNAS, se identificó que las personas que fueron alojadas en casas temporales de acogida, después de perder sus hogares, fueron aquellas que sufrieron un mayor nivel de declive cognitivo, surgiendo estados como la depresión entre los afectados y reduciéndose las interacciones sociales con amigos y familiares; sin embargo, el estudio indica que la pérdida de familiares y amigos no tuvo consecuencias en las habilidades cognitivas de los adultos mayores.
Los estudiantes del área de Gerontología de FUNIBER aprenden estrategias para apoyar a las personas mayores que pasan por un proceso de pérdida y se preparan para reconstruir sus vidas.
Fuente: Jano
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