Atención al estado psicológico del cuidador

Las personas que cuidan de un adulto mayor deben velar por su propio bienestar mental

Las personas que asumen el rol de cuidador de un adulto mayor en el hogar deben cuidar de su salud psicológica. El cuidador le brinda a la persona de la tercera edad una compañía, cariño y confianza, además de velar por su bienestar físico, pero en la mayoría de casos, cuando el cuidador pierde contacto con sus círculos sociales emociones como la soledad, tristeza, culpa, miedo, ira y autocompasión pueden aflorar en su mente. Es por esta razón que los cuidadores deben velar también por su propio bienestar psicológico.

Es recomendable que los cuidadores, sean profesionales o no, visiten periódicamente a un psicólogo que les ayude a lidiar con los retos psicológicos que surgen como consecuencia del cuidado prolongado de una persona dependiente.

Tienen un mayor riesgo de caer en una tristeza profunda aquellos familiares que asumen el cuidado de un adulto mayor, debido a que dedican casi todo su tiempo al cuidado de la persona y las preocupaciones y el cansancio les impiden realizar actividades sociales o de ocio fuera de la casa. Los pensamientos del cuidador giran en torno a la persona dependiente y no disfruta sus actividades con amigos al alejarse de la persona bajo su cuidado. El cuidador puede llegar a sentir que los demás no pueden llegar a comprender su situación. El cuidador necesita también sentirse apoyado y tomar contacto con amigos para disfrutar de algunas actividades.

La tristeza es una emoción común entre los cuidadores, se origina como producto de la tensión emocional y puede mermar la energía del cuidador en el mediano plazo. Frente a esta emoción el cuidador debe procurar mantener una visión positiva del mundo, realizar actividades gratificantes y que le permitan mantener un buen sentido del humor, realizar ejercicios físicos y procurar no exigirse a uno mismo demasiado.

Surge también un sentimiento de culpa al pensar que la persona que se cuida podría estar mejor si se le dedicase más tiempo, aparecen sentimientos negativos al no reconocer los propios límites y exigirse cada vez más hasta el cansancio; a esta emoción se suma el miedo vinculado a que la persona empeore o muera. En algunos casos puede surgir también la autocompasión, causando que la persona sienta lástima de uno mismo al sentirse débil o incapaz de realizar las tareas que requiere el cuidado de la persona dependiente. Frente a estas emociones negativas es necesario que los cuidadores reconozcan que todos enfrentamos problemas y es necesario que aprendamos a lidiar con esas emociones.

Los cuidadores no solo deben velar por otros, también deben cuidar por su salud física y mental.

Los estudiantes del área de Gerontología de FUNIBER se preparan para dar asistencia a los adultos mayores en el cuidado de su salud y mejorar la calidad de vida de las personas.

Fuente: Sociedad Española de Gerontología

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