En la era digital, las pantallas se han convertido en una presencia constante en nuestras vidas, incluyendo la de los más pequeños. Este fenómeno ha generado un intenso debate en el ámbito educativo y familiar sobre los efectos que estas tecnologías pueden tener en el desarrollo infantil. Más allá de prohibir o permitir su uso, es crucial entender cómo el contenido y el contexto influyen en su impacto.
Impactos físicos y neuropsicológicos
El uso prolongado de pantallas puede tener consecuencias físicas como fatiga ocular, sequedad visual y miopía infantil. Además, reemplazar actividades esenciales como el juego libre, el ejercicio físico y la interacción social por un uso excesivo de dispositivos aumenta el riesgo de obesidad y problemas de aprendizaje. Estas actividades son fundamentales para el desarrollo integral de los niños.
Desde una perspectiva neuropsicológica, los efectos son igualmente significativos. Investigaciones han demostrado que el tiempo de pantalla no supervisado puede afectar negativamente funciones como la atención, el lenguaje y el control emocional. Sin embargo, cuando un adulto interactúa con el contenido junto al niño, los resultados pueden ser positivos, favoreciendo el aprendizaje y la atención.
El contenido: la clave del impacto
No todas las pantallas son iguales, y el contenido que los niños consumen juega un papel determinante. La exposición a contenido no adecuado para su edad puede dificultar el desarrollo de habilidades como la atención, el control inhibitorio y el lenguaje. Por ejemplo, estudios han vinculado el consumo excesivo de televisión en niños pequeños con retrasos en el desarrollo del lenguaje y un menor rendimiento académico.

Por otro lado, el contenido educativo y diseñado específicamente para niños puede ser una herramienta valiosa. Programas digitales que promueven habilidades como la atención y la memoria de trabajo han demostrado tener efectos positivos, especialmente cuando se acompañan de interacción familiar. Esto es particularmente relevante en contextos de vulnerabilidad social o en niños con necesidades especiales, como el autismo.
Recomendaciones para un uso saludable
Organizaciones como la Asociación Americana de Pediatría y la Organización Mundial de la Salud ofrecen pautas claras para el uso de pantallas en la infancia. Estas incluyen evitar su uso en menores de 18 meses (excepto para videollamadas), limitar el tiempo a una hora diaria para niños de 2 a 5 años, y priorizar contenido educativo supervisado por adultos. Además, se desaconseja el uso de pantallas antes de dormir y como herramienta de distracción.
Tecnología como aliada, no sustituta
El desafío no radica en eliminar las pantallas, sino en integrarlas de manera equilibrada y consciente en la vida de los niños. La tecnología puede ser una herramienta poderosa para fomentar el aprendizaje, la exploración y la interacción social, siempre que se utilice con un propósito pedagógico claro y bajo supervisión.
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Fuentes:
Efectos de las pantallas en niños pequeños: la importancia de lo que ven y cómo lo ven