Thomas André Prola, docente e investigador en Tecnologías en Educación en la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO), parte de la red de FUNIBER, y también vinculado a la Universitat de Barcelona, aborda un tema crítico en su reciente artículo: la falta de preparación de los adolescentes tutelados para navegar de manera segura en el entorno digital. Su investigación destaca cómo la vulnerabilidad emocional y social de estos jóvenes se traslada al ámbito digital, exponiéndose a riesgos significativos.
Vulnerabilidad mediática: un problema estructural
En su investigación doctoral, Prola introduce el concepto de “vulnerabilidad mediática”, que va más allá del simple mal uso de las redes sociales. Este término describe cómo la situación de desventaja social de los adolescentes tutelados se amplifica en el espacio digital, donde la autoexposición puede tener consecuencias graves para su salud mental y física. En Cataluña, más de 5.000 jóvenes viven en centros residenciales de protección, y muchos de ellos enfrentan estos desafíos sin una formación adecuada en alfabetización digital.
El caso de Sara, una adolescente que sufrió explotación a través de redes sociales, ejemplifica esta problemática. Sin una guía adecuada, las plataformas digitales se convierten en espacios de riesgo, especialmente para las chicas, quienes son más propensas a enfrentar peligros como la prostitución digitalizada y la exposición de su cuerpo como moneda simbólica.

Desigualdad en el acceso digital
Aunque los centros residenciales buscan normalizar la vida de los adolescentes tutelados, permitiéndoles usar redes sociales como cualquier otro joven, esta igualdad formal no considera las desigualdades estructurales. Los jóvenes institucionalizados suelen tener menos recursos emocionales, educativos y tecnológicos, lo que los deja en desventaja frente a sus pares.
Prola identifica cinco factores clave que influyen en esta vulnerabilidad: el entorno familiar previo, la salud mental, el acceso a la tecnología, el nivel de alfabetización mediática y la red de contactos. Sin abordar estas dimensiones, las redes sociales pueden convertirse en “espejos deformantes” que agravan las heridas emocionales de estos adolescentes.
Hacia una solución educativa
Para abordar este problema, Prola propone incorporar el concepto de vulnerabilidad mediática en las políticas públicas. Esto implica establecer criterios pedagógicos comunes, formar a los equipos educativos en alfabetización digital y crear protocolos de intervención. Más allá de reorganizaciones políticas o aumentos presupuestarios, es fundamental ofrecer una guía crítica y educativa para garantizar que las redes sociales sean una herramienta de empoderamiento y no un espacio de precariedad.
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Fuente:
The Conversation