Joan Ramón Sanchis, miembro del staff académico de FUNIBER, explica cómo el modelo de negocios de las cooperativas permite un desarrollo sostenible y más humano.
La empresa y la banca tradicional se han desarrollado teniendo como principal objetivo el incremento del volumen de ganancias, perdiendo en algunos casos el lado ético y el interés por la persona. Pero un modelo distinto es posible. Joan Ramón Sanchis, Catedrático en economía de la Empresa y miembro del staff académico en la maestría Internacional en Gestión de Empresas Cooperativas de FUNIBER, indica que hace dos siglos se desarrollan organizaciones bajo el modelo de cooperativismo empresarial, que permite operar en un entorno más democrático y humano. El docente explica a continuación la evolución y desarrollo del modelo cooperativo.
El colaborador de FUNIBER indica que estas organizaciones surgen “para atender las necesidades básicas de las clases populares” bajo la forma de cooperativas de consumidores y usuarios, luego “en un segundo momento nacen como apoyo al autoempleo y el emprendimiento colectivo” al surgir las cooperativas de trabajo.
Las cooperativas actualmente “compiten en el mercado con cualquier otro tipo de empresa de capitales, pero a diferencia de estas últimas los derechos políticos y económicos de sus socios vienen dados en función del trabajo y las personas, y no en función del capital, lo que les da un carácter democrático y humano”, resalta Sanchis. La toma de decisiones y el reparto de beneficios en una cooperativa tiene en cuenta el trabajo individual, siendo esta, de acuerdo al investigador, la principal diferencia con otras formas jurídicas. Estas características esenciales configuran un modelo de empresa que “es la base para un modelo productivo sostenible”.
Un modelo que genera empleo
A nivel mundial las cooperativas dan empleo directo a más de 250 millones de personas y tienen más de mil millones de miembros como socios. El docente destaca que las cooperativas se caracterizan por ser anticíclicas “porque generan empleo en tiempos de crisis”, y además son organizaciones resilentes, porque “son las empresas que menos empleo destruyen y más aguantan” en tiempos difíciles. En este modelo, explica Sanchis, son las cooperativas de trabajo asociado, aquellas gestionadas por sus propios trabajadores, las que tienen como prioridad la conservación del empleo para sus colaboradores, generando puestos de trabajo estables y de calidad.
El investigador indica que “en algunos países como Argentina, Uruguay y Puerto Rico, existe un movimiento importante en favor de las llamadas empresas recuperadas o gestionadas por trabajadores. Se trata de empresas de capitales en crisis que se transforman en cooperativas de trabajadores. En Europa, durante la actual crisis económica, se están utilizando como herramienta para evitar la destrucción de empleo”.
Compromiso social
Sanchis asegura que la responsabilidad social corporativa (RSC) es inherente a la naturaleza de las cooperativas, porque mantienen un modelo de gestión basado en un “compromiso interno con los trabajadores y socios, y en un compromiso externo con sus clientes y la sociedad” y agrega “a diferencia de las empresas de capitales, que utilizan la RSC como una estrategia de marketing y de reputación e imagen, las cooperativas utilizan la RSC para cumplir con sus fines sociales”.
Pero el acercamiento al entorno local por parte de las empresas va más allá de ciertas acciones concretas para aportar a la sociedad, en opinión del profesor, también se deberían contemplar “cambios en el modelo de negocio y en la manera de funcionar por parte de las empresas, como pueden ser las políticas de igualdad de género, la conciliación de la vida laboral y familiar, o las políticas de inserción de personas con mayores dificultades, entre otras”. Un aspecto importante para el investigador es la brecha salarial: “las cooperativas muestran diferencias salariales de 1 a 3 o de 1 a 6 mientras que las empresas del IBEX tienen diferencias salariales que llegan a 100 ó 150”.
Las cooperativas en el mundo
Según comenta Sanchis, el 96% de las cooperativas son PYMES y más del 50% son microempresas, con menos de 10 trabajadores. Se trata, en la mayoría de casos, de empresas pequeñas y es necesaria la colaboración entre ellas. “El séptimo principio de la Alianza Cooperativa Internacional es el principio de la intercooperación cooperativa, a través del cual estas empresas comparten recursos y capacidades para acometer los retos del entorno y poder competir en los mercados con éxito, alcanzando así sus fines sociales por los que se constituyeron”, resalta el investigador.
Se debe considerar que las cooperativas suelen ser empresas con un pequeño capital, que requieren para su financiación del aporte de asociados convencidos del proyecto. Para obtener financiamiento externo se recurre a los mercados bancarios. En este contexto, el profesor destaca la existencia de las cooperativas de crédito (también llamados bancos cooperativos), que son organizaciones especializadas en ofrecer financiación a otras clases de cooperativas y mantienen acuerdos de cooperación con estas para garantizar su actividad económica.
Las cooperativas tienen un importante rol en la economía actual. Sanchis manifiesta que las “300 mayores cooperativas del mundo facturan 2,2 billones de dólares, lo que equivale a la séptima economía del mundo. El 50% de la producción agrícola mundial es comercializada por cooperativas y las cooperativas financieras dan servicio a 857 millones de personas. En los países del G20 representa el 12% de la población activa total. Las cooperativas de crédito en Europa financian casi un 30% de las PYMES y ninguna ha tenido que ser saneada durante la crisis financiera”.
En entornos regionales y locales este tipo de empresas tiene una presencia relevante. El colaborador de FUNIBER indica que “en Francia, las cooperativas generan casi un millón de empleos. En Alemania, la banca cooperativa posee más de 16 millones de asociados y el 35% de las empresas son cooperativas. En Italia, el 50% del sector agroalimentario está gestionado por cooperativas, posee casi 35 mil cooperativas de servicios y representan el 3,3% del empleo”. En Latinoamérica este tipo de empresas se ha consolidado en países como Colombia, Argentina, Uruguay y Brasil y, en opinión del investigador, se han convertido en un medio para fomentar la actividad económica y generar puestos de trabajo.
Oportunidad de mejora
Sanchis destaca que el principio de gestión democrática es la clave del éxito de las cooperativas porque genera una “fuerte motivación e implicación de los trabajadores y de los socios en el proyecto empresarial”, pero la participación democrática podría ser mal entendida y “reducir capacidad de respuesta y flexibilidad de estas empresas ante los cambios del entorno. Por este motivo es fundamental establecer unos roles y responsabilidades claros y bien definidos a través de una estructura organizativa adaptada a sus características y necesidades”.
El profesor indica que en las empresas cooperativas hay una falta de profesionalización en la gestión y esto genera un problema de eficiencia que dificulta el proceso de dirección de la organización. Por su reducido tamaño estas empresas no tienen gerentes, y esta función la asume el presidente del consejo rector “sin disponer de los conocimientos y habilidades adecuadas”. Esta situación es común y se requiere que los cuadros técnicos y los miembros del consejo rector reciban cursos de formación especializada en la dirección de empresas cooperativas, para que los trabajadores reciban conocimientos de “nuevas herramientas del management empresarial, la innovación, la gestión del conocimiento, el uso de las TIC y otras herramientas más.
Formación profesional
En un entorno en el que las cooperativas son relevantes para el desarrollo económico actual, FUNIBER ofrece la maestría internacional en gestión de empresas cooperativas. Sanchis destaca:
“Esta maestría nace con la finalidad de convertirse en el MBA para las cooperativas, en una herramienta formativa para mejorar su capacidad de gestión y enfrentarse así a los retos del entorno con mayor garantía de éxito. Se trata de un enfoque global e integrado que pretende aportar los conocimientos más actuales en el área de la Administración y la Dirección de Empresas con la finalidad de incrementar la eficiencia en este tipo de organizaciones. Por eso se combinan los enfoques y conceptos teóricos más avanzados con la aplicación de dichos conceptos en casos de empresas reales, con un equipo de docentes en el que se combina la experiencia empresarial y técnica con el perfil académico”.
Joan Ramón subraya que esta maestría brinda al participante los conocimientos modernos de gestión empresarial, en combinación con “un enfoque social y solidario propio de esta clase de empresas”, y destaca que:
“Es una oferta de MBA especializado en las empresas cooperativas, por lo que enseña a utilizar las herramientas de la dirección de empresas en el contexto de las características y la idiosincrasia de este tipo de organizaciones participativas y donde las personas y el trabajo están siempre por encima del capital. Por tanto, la ética y la responsabilidad social son dos elementos que aparecen de manera transversal a lo largo de las asignaturas de la maestría”.
El colaborador de FUNIBER indica que esta maestría está dirigida “tanto a profesionales y directivos actuales de cooperativas que necesitan mejorar su capacitación, como a nuevos titulados universitarios que se plantean la posibilidad de iniciar su actividad profesional en una cooperativa o en una empresa de Economía Social”.
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