Tras el triunfo del Internet de las cosas o ‘IoT’, el Internet de los Cuerpos avanza a pasos agigantados.
“The Internet of Things” o Internet de las Cosas (“IoT”) es una realidad que ha llegado a los hogares a través de todo tipo de dispositivos ‘inteligentes’. Se trata del fenómeno de interconexión digital entre los objetos del mundo físico e Internet.
El uso de estos dispositivos interconectados para controlar aspectos relativos al bienestar y la salud ha dado lugar al Internet de los Cuerpos (“Internet of Bodies”, “IoB”) o cuerpo conectado. El “IoB” se define como la utilización de dispositivos conectados a Internet que monitorizan y/o actúan sobre todas o algunas de nuestras constantes vitales y otros datos biométricos. Se convertían así en indicadores de actividad física, calidad del sueño, actividad deportiva o sedentarismo.
Distinguimos tres generaciones de “IoB” en función del grado de acoplamiento al cuerpo:
Primera generación: dispositivos externos al cuerpo
Pulseras de monitorización de actividad física, smartwatches o accesorios que recogen datos personales y los envían a diferentes entidades. En esta generación, implantada desde hace años, encontramos también sensores médicos, como el de electroencefalograma (EEG) para interpretar la actividad cerebral.
Segunda generación: dispositivos internos al cuerpo
Dispositivos que se encuentran dentro del cuerpo de la persona y aquellos que puedan ser implantados. Entre ellos destacan los de finalidad médica (“Medical IoT” o “MIoT”): marcapasos, implantes cocleares u órganos desarrollados mediante impresión 3D de cara al futuro. A este grupo pertenecen además las píldoras digitales que tras ser ingeridas pueden transmitir datos desde el interior del sistema digestivo.
Tercera generación: dispositivos fusionados con cuerpo
Se trata de un nivel de implantación, aún en desarrollo, que busca la fusión entre el cuerpo humano y la tecnología. El objetivo de la misma es la consecución de una interfaz de comunicación que permita interpretar y actuar sobre los propios elementos biológicos. Es decir, el “Brain Computer Interface” (“BCI”). Esta generación abarcaría la tecnología aplicada al entrenamiento cognitivo para prevenir el envejecimiento y problemas neurodegenerativos como Alzheimer o Parkinson.
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Fuente: IoT (II): Del Internet de las Cosas al Internet de los Cuerpos | AEPD
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