Somos lo que comemos: nuevos detalles sobre la acción de los micro-ARN

«La alimentación no cambia el ADN, pero sí sus reguladores. Sería una prueba más de que somos lo que comemos» afirma José María Ordovás, líder mundial en el campo de la nutrigenómica, una disciplina que estudia campos como la alimentación y la genética. Ordovás manifiesta que actualmente trabajando con los genes «solo resolvemos entre el 5% o el 10% de los problemas de salud como la obesidad o el cáncer», la investigación continúa pero hay muchos retos por resolver. Por el momento, se han descubierto nuevos elementos, como los micro-ARN, que actúan como reguladores de los genes.

Tras la secuenciación del ADN algunos años atrás se esperaba una revolución en la medicina, como parte de esta evolución surgió, hace casi ya 10 años, la nutrigenómica, Ordovás reconoce que hay aún mucho por recorrer pues estas investigaciones resultan, desde su punto de vista, una aventura similar a escalar el monte Everest, «partes del campamento base, que es la secuenciación, y a partir de ahí hay que establecer el campamento 1, el 2. Lo que pasa es que para llegar de uno a otro podemos tener que atravesar enormes simas». A esta situación se suma el pobre equipamiento que existe en áreas como la genómica.

Eres lo que comes
Ordovás indica que los genes sí pueden cambiar con la alimentación, no se cambia la secuencia, pero sí con la regulación. Es en este punto en el que aparecen los micro-ARN, pequeñas cadenas de material genético que «tienen una función muy clara: hacer de freno de mano de los genes. Son un control añadido».

El especialista indica que los ensayos realizados hasta el momento proporcionan evidencia que determina que es posible que comamos los micro-ARN y no sean destruídos durante la digestión, y luego podrían actuar sobre nuestros genes. El cambio genético se produce con las mutaciones, es un proceso lento en el que influyen los factores externos, incluyendo la alimentación. Ordovás indica que un ejemplo de este proceso de cambio es el caso de la tolerancia a la lactosa, que fue una mutación que, al ser beneficiosa, se ha extendido.

Genética para la salud
El camino avanzado hasta ahora nos permite realizar análisis genéticos e identificar la predisposición a padecer las enfermedades más comunes, como diabetes u obesidad, pero todavía no se puede determinar hasta qué punto se puede desarrollar el mal. Todavía falta desarrollar investigacines que permitan saber cómo actuar, porque hay personas que tienen unos genes muy resistentes; por ejemplo, algunas personas pueden notar beneficios al tomar Omega3, pero otras pueden tomar ingentes cantidades sin notar ningún beneficio, ocurriendo lo mismo con las vitaminas, minerales y otros elementos.

Ordovás recomienda a las personas que no padecen de una enfermedad que traten de comer de todo, pero en pocas cantidades, manteniendo un balance durante la semana, y además mantener una rutina de ejercicio. Para el especialista es importante mantener un equilibrio de las cuatro P en medicina: prevención, predicción, personalización y participación, pero se hace necesario un quito factor: el placer, para animar a mantener una rutina en el largo plazo.

Fuente:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/30/actualidad/1380565744_023627.html

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dieta, genética