Un estudio experimental realizado en Brasil mostró que la práctica de actividades físicas regulares de fuerza puede estimular el desarrollo muscular y el metabolismo entre las mujeres ancianas. En el experimento, el entrenamiento de fuerza ayudó a mejorar el rendimiento en las actividades de la vida diaria y aumentar los niveles hormonales de IGF-1.
La actividad hormonal puede influir en el envejecimiento y en la consecuente reducción de la fuerza y la masa muscular, disminución de la resistencia y del movimiento de las articulaciones. La proteína IGF-1 (factor de crecimiento semejante a la insulina tipo 1) se produce en el hígado en respuesta a la hormona de crecimiento y juega un papel importante en el desarrollo muscular y la conservación de la tasa metabólica y la fuerza.
Entre los ancianos, la disminución de IDF-1 puede facilitar el desarrollo de enfermedades y facilitar la flaqueza de huesos y músculos. Para evaluar los efectos de un entrenamiento físico de la fuerza en los niveles hormonales de IGF-1, los investigadores Rodrigo Gomes de Souza Vale y Vanessa Ferreira Rodrigues, del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio de la Universidade Estácio de Sá (Brasil) reunieron 24 mujeres entre 60 y 70 años.
Las participantes fueron divididas en dos grupos. Uno de ellos debería seguir un entrenamiento físico consistente en ejercicios de resistencia de 2 a 3 series de 8 a 10 repeticiones cada semana, y tres veces a la semana, con 50 minutos de duración. El otro grupo no realizó ningún entrenamiento y fue importante para comparar los resultados.
La intensidad de la intervención se realizó a través de la percepción subjetiva del esfuerzo y el IGF-I se analizó a través del método Quimioluminiscencia. También se calculó el índice general de la autonomía funcional a partir del protocolo GDLAM.
En comparación con el grupo que no realizó los ejercicios, el grupo experimental mejoró de manera significativa los niveles de IGF-1 y la autonomía funcional después de las mediciones.
Fuente: http://fnbr.es/zk