¿De quién debe ser la responsabilidad de pensar y decidir sobre las ciudades? ¿De los arquitectos? ¿De los urbanistas? ¿O la ciudad es el resultado de fuerzas sociales y políticas?
En respuesta a la afirmación del arquitecto Josep Maria Montaner de que “son los arquitectos los que deben volver a decidir sobre el urbanismo”, el urbanista Jordi Borja, en un artículo publicado en El País, argumenta que “los profesionales, sean los arquitectos u otros, no pueden decidir cuáles son las prioridades, los destinatarios y los contenidos concretos de los planes o de las intervenciones en el territorio”.
Para él, el urbanismo “es un conjunto de actuaciones públicas de carácter político; es una dimensión de la política y del colectivo, que está posicionado en un espacio de conflicto de intereses, valores y necesidades”. En ese sentido, argumenta que es uno de los elementos que condiciona la vida de todos los ciudadanos, porque puede ser determinante para diversos factores: la acumulación de capital o la reproducción social; la promoción de las relaciones entre clases o la generación de segregación social; el aumento de las desigualdades o el favorecimiento de determinados grupos; el fortalecimiento del espacio público o la privatización de viviendas; el estímulo del coche particular o del transporte público; la integración de la dimensión ambiental o el fomento de objetivos de consumo.
Contra lo que él considera la valorización de una arquitectura sin cultura ciudadana, basada muchas veces en la fabricación de objetos singulares que prescinden del entorno urbano y de un proyecto de ciudad, Borja defiende un urbanismo y una ciudad con sentido para la ciudadanía, que no genere alienación y considere toda la cultura urbanística acumulada.
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Fuentes: http://fnbr.es/1e0, http://fnbr.es/1e1
Imagen: Algunos derechos reservados a Manuel Faisco / Flickr