El calentamiento global ha dejado marcas en todos los continentes, desde los incendios e inundaciones en Australia, hasta las tormentas y tornados que cada año matan a decenas de personas en Estados Unidos. El cambio en los continentes es palpable, pero hay algunas zonas del planeta sobre a las que no les estamos brindando mucha atención: los océanos. Un reciente estudio desarrollado en conjunto por el Programa para la evaluación del Estado del Océano (IPSO) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), revela que la velocidad, tasa e impacto de la degradación en los océanos es «mayor, más rápida e inminente que lo que se pensaba hasta ahora».
De acuerdo al informe presentado, los océanos han absorbido más del 80% del calor añadido al sistema, y cerca del 33% del CO2 emitido por los humanos. Los ecosistemas marinos están colapsando, y se está acelerando la destrucción de los entornos que garantizan la supervivencia de muchas especies, como los corales. Los científicos aseguran que todavía tenemos tiempo para evitar cambios catastróficos e irreversibles a nuestro ecosistema marino, pero para lograrlo se requiere tomar acciones drásticas en los próximos 10 años.
Los científicos alertan que el impacto acumulativo de estos procesos, que se suman a otros factores generadores de estrés marino, son mucho más graves que lo estimado hasta el momento.
El profesor Alex Rogers, director de IPSO, manifestó que: «la salud del océano está descendiendo por una espiral más rápido de lo que pensábamos… La situación debería preocupar a todos, porque todos seremos afectados por los cambios en la capacidad que tienen los océanos para sostener la vida». Por su parte el profesor Dan Laffoley opina que los resultados demuestran que si dilatamos más la aplicación de medidas para paliar el cambio, se incrementarán los costos del impacto y tendremos «mayores y tal vez pérdidas irreversibles». Laffoley recalca que el informe del clima de las Naciones Unidas revela que el cambio climático se origina por la acción humana y «estos datos nos dan un motivo para mayor alarma, pero también nos plantean una ruta para la acción, debemos seguirla».
Los investigadores indican que las áreas de mayor preocupación son:
1.- La supresión del oxígeno. Las predicciones indican que se experimentará una caída en el contenido de oxígeno en el océano de entre 1% a 7% hacia el 2100. A esto se suma el crecimiento de las zonas muertas (zonas sin oxígeno), que se originan por la contaminación por fertilizantes que alimentan un explosivo crecimiento de algas en zonas cercanas a las costas, luego al morir las algas acaban con el oxígeno en extensas regiones del océano.
2.- La acidificación. El océano está absorviendo grandes cantidades de CO2 y este proceso está causando la acidificación de las aguas, poniendo en peligro la vida de los corales. Se estima que hacia el 2050 alcanzaremos concentraciones de CO2 de entre 450 a 500 ppm y con ese nivel de concentración los corales se calcificarían y provocaría la extinción de muchas especies.
3.- Calentamiento. Los océanos están absorbiendo mucho calor y esto generará una reducción del hielo en las zonas polares. Se estima que el hielo sobre el mar del Ártico desaparecería en el 2037. Se calcula que se incrementará la estratificación de las capas del océano, se aceleraría la supresión del oxígeno, se liberaría enormes cantidades de metano contenidas debajo de las capas de hielo del Ártico.
4.- La triple combinación mortal. La combinación de la acidificación, el calentamiento y la supresión del oxígeno afectarán las temperaturas, química, estratificación, nutrientes y cantidad de oxígeno que son necesarias para sostener la vida. Muchos organismos se encontrarán en un ambiente hostil y se alterará la cadena alimenticia marina, además podrían incrementarse los agentes patógenos.
5.- Sobrepesca. Por último un factor en el que actúa directamente el ser humano. Un informe del 2012 de la FAO, indica que el 70% de las poblaciones de peces del mundo han sido explotadas hasta un punto en el que no se puede garantizar la sostenibilidad de la actividad pesquera, además de este porcentaje, el 30% de especies ha colapsado hasta un punto en el que solo se sostiene el 10% de su biomasa. Un reporte reciente de la FAO indica que el 60% de las industrias pesqueras se encuentran en el nivel de «fracaso» al intentar implementar el Código de Conducta para Pesqueras Responsables, y ningún país ha alcanzaco el nivel de «bueno».
Recomendaciones
Los investigadores recomiendan que se establezcan medidas para reducir las emisiones globales de CO2 para evitar que la temperatura del planeta se eleve por encima de los 2°C o debajo de las 450ppm de CO2. Los especialistas consideran que las medidas planteadas actualmente son insuficientes para lograr reducir efectos como la acidificación o la muerte de los corales. Además se debe considerar que al derretirse el permafrost podría liberarse gran cantidad de metano, que es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2, y los efectos para la humanidad podrían ser mucho más desastrosos que lo calculado hasta el momento.
Para conservar la vida en los océanos se recomienda establever sistemas de gestión de los ecosistemas, favoreciendo a las pesqueras de pequeña escala. Se recomienda además eliminar subsidios, dar prioridad a la protección de especies marinas y reducir la cantidad de equipos de pesca que resultan más destructivos. Se hace necesario además garantizar la protección de la biodiversidad en aguas internacinales, no solo dentro de la jurisdicción de cada país.
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