El documental «Acid Test» de NRDC indica que la acidificación de los océanos es el nuevo reto que debemos sortear para asegurar la vida marina para las próximas décadas. El mayor reto: reducir las emisiones de CO2. Ken Caldeira, científico del Carnegie Institution for Science’s Department of Global Ecology, asegura que millones de años atrás hemos tenido tanto CO2 como ahora, pero el especialista aclara que esa cantidad de CO2 «se logró mediante un largo proceso de millones de años. Si logramos un alto nivel de CO2 a través de millones de años, la tierra será capaz de manejarlo, pero si producimos un alto nivel de CO2 en décadas, el océano estará en grandes problemas.»
De acuerdo al documental, el océano controla el clima global y provee al planeta con oxígeno, gracias a la acción del fitoplacton. Desafortunadamente el dióxido de carbono está causando (además del calentamiento global) la acidificación de los océanos. De acuerdo a los especialistas que participan en el documental este fenómeno podría amenazar la vida marina en una escala «que no ha ocurrido en decenas de millones de años».
De acuerdo a la información proporcionada en el documental, desde la era industrial el océano ha procesado el 25 por ciento del dióxido de carbono emitido por la quema de combustibles fósiles. Se estima que desde la revolución industrial el océano se ha acidificado en un 30 por ciento. Si la contaminación continúa como hasta ahora, los científicos calculan que hacia el final del siglo la acidez del océano sería equivalente al doble de la registrada en la era pre-industrial.
La acidificación de los océanos está avanzando a una velocidad que solo podría ser comparable a la acidificación que ocurrió cuando se extinguieron los dinosaurios, y muchos organismos tal vez no tendrán la capacidad de adaptarse en un medio tan cambiante.
La acidificación del océano torna el agua en un elemento corrosivo, disolviendo el caparazón de miles de especies que requieren un exoesqueleto para sobrevivir en las profundidades. Si seguimos emitiendo CO2 al ritmo actual en algunas décadas las aguas del Artico y el océano meridional serán tan corrosiva que disolverán la concha de los organismos que habitan esas zonas.
La acidificación amenaza la supervivencia de cangrejos, langostas, ostras, mejillones, y miles de especies que podrían perder sus caparazones hacia finales de siglo. De hecho investigadores ya han observado que los caparazones de los pterópodos se están «derritiendo» en zonas cercanas a la Antártida. Los pterópodos son parte de la base de la cadena alimenticia y de extinguirse afectarían la supervivencia de otras especies.
De acuerdo a los investigadores una de cada cuatro especies marinas vive en un arrecife de coral, por esa razón es esencial proteger los arrecifes. Lamentablemente estas formaciones de coral son muy sensibles a la acidificación y a los cambios de temperatura. El gobierno de Australia enfrenta en este momento problemas para salvar su barrera de coral y están tratando de establecer políticas que les permitan proteger ese tesoro natural para las próximas generaciones.
Los especialistas que participan en el documental consideran que si no establecemos medidas drásticas para evitar la contaminación con CO2 en nuestro planeta pasaremos de un mundo marino de gran diversidad biológica a océanos en los que solo encontraremos maleza.
Los humanos hemos creado tecnología que ha tenido gran impacto sobre el planeta. La tierra se formó hace 4,500 millones de años, la vida en el planeta comenzó hace 3,500 millones de años, los dinosaurios aparecieron hace 250 millones de años y hace 200 mil años el Homo Sapiens. Teniendo en cuenta la evolución de la vida en el planeta, podemos decir que la civilización humana es nueva sobre la tierra, pero en unos pocos cientos de años, con la actividad industrial, hemos alterado ecosistemas en todo el planeta.
Los especialistas sugieren que se establezcan prácticas de pesca sostenibles, restaurar las poblaciones de peces agotadas, reducir la polución por nutrientes en las costas (controlando los residuos de fertilizantes que se vierten en los ríos), y desde luego, recortar drásticamente la emisión de CO2 para ayudar a la recuperación de los océanos.
Una frase resume el reto que enfrentamos: «El poder del océano para crear vida compite con nuestro poder para destruirla».