Somalia, Djibouti, Etiopía, Eritrea y Kenia, son los países de la zona conocida como el Cuerno de África que están siendo afectadas por la peor sequía registrada en los últimos 50 años. De acuerdo a informes de las Naciones Unidas, aproximadamente 12 millones de personas han sido afectadas por la terrible escacez que ha dejado sin alimentos a una vasta región de África. La situación más grave la enfrentan los ciudadanos de Somalia, región donde a la hambruna se suma un conflicto armado que obliga a la gente a abandonar el país.
El campamento de refugiados de Dadaab, al este de Kenia, ha sobrepasado su capacidad, y actualmente alberga a 400 mil personas, cuando su capacidad es de 90 mil personas. Además se registra cada día la llegada de alrededor de 1.500 personas. Muchos de los refugiados han caminado por semanas enteras para llegar a Dadaab. El hambre y la violencia generada por los insurgentes islamistas shebab obliga a miles de personas a desplazarse desde Somalia a Kenia.
Periodistas que escriben sus historias desde el campo de refugiados, narran cómo algunas mujeres se han visto obligadas a dejar a sus hijos, enfermos o muy débiles, en el camino. Miles llegan a diario en busca de medicinas, alimento, agua potable y un espacio para vivir, pero el constante flujo de refugiados preocupa a los grupos de ayuda humanitaria, porque el lugar podría colapsar por falta de capacidad para atender a los nuevos refugiados. Al lado de Dadaab, el campo de refugiados Ifo II permanece cerrad, el gobierno de Kenia teme que al abrir un nuevo campo de refugiados se puedan infiltrat los shebab en su país. En Etiopía el campo de refugiados Dollo Ado abre sus puertas para recibir a las personas que huyen de Somalia.
Suzanna Tkalec, del Catholic Relief Services (CRS), asegura que el 80% de las personas que llegan al campo de refugiados de Dadaab son madres con hijos pequeños. La sequía también afecta a Kenia y Ethiopía, y las organizaciones de ayuda humanitaria se organizan para llevar agua, alimentos y medicinas a las personas que lo necesitan en esos países, con la ayuda de algunos socios locales.
Desastre recurrente
La sequía del 2011 es la peor en 50 años, pero la falta de agua no es cosa rara en estas tierras. En el 2009 y el 2006 Kenia enfrentó sequías en su territorio, mientras el 10% de la población se enfrentaba al hambre. En el 2009 se reportó que entre el 18 y 30% de los niños menores de cinco años sufren de desnutrición aguda, y de este grupo el 15% requería ayuda médica urgente. Ya en aquel año el campo de refugiados había alcanzado una población de 230 mil personas.
Este año las condiciones son más duras que los años anteriores, pero la evolución del calentamiento global hace prever que los próximos años se verán en esta zona condiciones incluso más difíciles que las actuales. De acuerdo a algunos investigadores la deforestación y el cambio climático acentúan la sequía de este año.
Se estima que enormes extensiones de bosques han sido talados en Kenia para establecer plantaciones industriales, se han convertido bosques enteros en tierra para la agricultura, se ha autorizado la tala de bosques para establecer asentamientos humanos o utilizar las tierras para agricultura privada. La destrucción de los bosques detiene la evaporación de agua y transpiración originada por la densa vegetación, reduciendo el aporte de agua en el ciclo de evaporación, un aporte que resultaría tan importante como la humedad proveniente del mar. Además, la destrucción de bosques y el incremento en el uso de combustibles fósiles aumenta el aporte de CO2 a la atmósfera por parte de este castigado territorio.