Se estima que, como consecuencia de las actividades humanas, las especies están desapareciendo a un ritmo que se estima hasta 100 veces superior al ritmo natural de extinción. Además se calcula que el 8% de un total de 52 mil pantas medicinales utilizadas en la actualidad se enfrentan a la extinción. Para revertir esta situación y lograr acuerdos que permitan proteger la biodiversidad del planeta, se reunieron alrededor de 18 mil ejecutivos de organismos internacionales y agencias de gobierno en la Cumbre de Nagoya de la Diversidad Biológica, donde se adoptó un nuevo plan estratégico para la protección de la vida en el planeta.
La reunión realizada durante 11 días en Nagoya, Japón, permitió desarrollar el «Plan estratégico del Convenio sobre Diversidad Biológica» o también conocido como «Objetivo de Aichi», en la que se han adoptado 20 metas principales, organizadas bajo 5 objetivos estratégicos. Bajo estos acuerdos se busca reducir las presiones sobre la diversidad biológica, proteger la diversidad biológica en todos los niveles, aumentar los beneficios proporcionados por la diversidad biológica y proporcionar creación de capacidad.
El acuerdo fue firmado por más de 190 representantes de estados que pertenecen al Convenio sobre Diversidad Biológica, en el que se adhieren a la meta de reducir a la mitad la proporción de pérdida de especies para el 2020, además de lograr una acuerdo para el Acceso y Participación en los beneficios que aportan los recursos genéticos. Con este acuerdo se logran medidas concretas y vinculantes, algo que no se había conseguido hasta ahora en reuniones anteriores.
El Sr. Ahmed Djoghlaf, Secretario Ejecutivo del Convenio manifestó «Si Kyoto entró en la historia como la ciudad donde nació el acuerdo climático, Nagoya será recordada como la ciudad donde nació el acuerdo de la diversidad biológica».
El reto es grande, de acuerdo a la fundación Ipade, son los países del sur los más amenazados por la degradación del ecosistema, y es que el 90% de la biodiversidad del planeta se encuentra en dicha zona. Además, la fundación indica que el «70% de la población mundial que vive bajo el umbral de la pobreza, habita en zonas rurales y es directamente dependiente de los bienes y servicios de los ecosistemas. Por este motivo, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental son dos de las mayores amenazas para la calidad de vida, la seguridad alimentaria y la salud de las poblaciones más vulnerables: el 90% de sus necesidades de alimentos, medicinas y combustible las obtienen directamente de los ecosistemas».