Los científicos aseguran que la superficie cubierta por hielo en el océano Artico se reduciría hasta en 4,9 millones de kilómetros cuadrados al finalizar el verano, con lo que se completaría la cuarta reducción anual consecutiva, además la altura del hielo se habría reducido unos 110 kilómetros cúbicos en el último siglo. Pero no todo queda solo en cifras frías, ya se comienzan a observar migraciones masivas de animales, como las morsas, porque su hábitat se ha visto afectado y no pueden habitar en zonas que años atrás eran punto de reunión de miles de animales.
Miles de morsas se trasladaron a las costas de Alaska debido al deshielo de su hábitat, el fenómeno no ha pasado desapercibido por los científicos, quienes aseguran que este tipo de eventos no es usual, pero ya ha ocurrido antes, en los años 2007 y 2009, cuando el deshielo en el Artico alcanzó niveles sin precedentes, algo que podría ocurrir también este año.
Vladimir Kattsov, investigador del Observatorio Geofísico Voeikov de Rusia, ha informado que es probable que el hielo del Artico deje de ser permanente hacia la mitad de este siglo, mucho antes de lo que se esperaba. Un deshielo total en la zona del Artico significaría una elevación del nivel del mar y la desaparición de muchas poblaciones costeras y algunas islas del mundo.
No es necesario proyectarse al futuro para ver los efectos que está teniendo el deshielo en la fauna silvestre. Científicos explican que normalmente durante la época de verano las morsas macho viajan hacia el mar de Bering, mientras que las hembras crían a sus hijos en el mar de Chukchi, descansando sobre los bloques de hielo de esa zona, pero cuando no encuentran hielo para descansar, deben viajar hacia otras zonas con un clima propicio y con cantidad de alimento suficiente para toda la manada de morsas.
Usualmente al hacer un análisis sobre los efectos del calentamiento global, los científicos consideran los efectos directos sobre el desarrollo de la civilización humana, pero se deja fuera de los cálculos a la fauna silvestre, que tiene aún menos defensas para protegerse del cambio climático, sin considerar que la desaparición de una especie puede impactar significativamente en todo el entorno de una determinada región.