Estudio revela altos niveles de dismovilidad y fragilidad entre adultos mayores en una casa de reposo en Costa Rica
La fragilidad y dismovilidad son condiciones que pueden afectar a la mayoría de ancianos. Los hogares de reposo de adultos mayores deben identificar el estado de salud de los ancianos que atienden e identificar las diferentes etapas de dismovilidad o fragilidad que podría afectarles, para brindarles una mejor atención. Erika Cabezas Oviedo identificó la necesidad de contar con datos sobre la prevalencia de ambas condiciones y decidió presentar a FUNIBER la tesis titulada «Diagnóstico de la prevalencia de dismovilidad y fragilidad en la población de adultos mayores del hogar Carlos María Ulloa en Goicochea, San José, Costa Rica«, para optar por el grado de Máster en Gerontología Social.
La investigadora indica que el «Síndrome de inmovilización» o «Dismovilidad» está catalogado como uno de los «Grandes síndromes geriátricos» y es necesario contabilizar y clasificar a las personas que padecen dicha condición para brindarles atención. Basándose en la clasificación de distintas etapas de la dismovilidad propuesta por el Dr. Dinarmarca Montecinos, y la evaluación de la fragilidad desarrollada por la Dra. Linda Fried, Cabezas desarrolla una evaluación para conocer el estado de salud de los ancianos alojados en el hogar Carlos María Ulloa.
En esta tesis se hace una descripción detallada de los conceptos, características, clasificaciones y criterios que se tomaron en cuenta para realizar el diagnóstico de dismovilidad y fragilidad. Cabezas explica que la dismovilidad hace referencia a la molestia, dificultad o imposibilidad de movilizar el cuerpo o trasladarse, afectando la calidad de vida de la persona.
La investigadora indica que la dismovilidad se puede presentar en forma aguda, cuando se presentan sus efectos de forma abrupta, presentando alta tasa de mortalidad, complicaciones y recaídas, pero también se puede padecer de dismovilidad larvada, que se caracteriza por instalarse de forma lenta en el organismo, variando mucho a lo largo del tiempo. Adicionalmente se debe considerar el tiempo de evolución de la enfermedad, pues puede ser reciente o superar un año de evolución.
Se evaluaron a los pacientes teniendo en cuenta 5 etapas de dismovilidad. En la primera etapa se consideran a las personas que se pueden poner de pie, en la etapa dos a las personas que pasan la mayor parte del día sentados, en la etapa tres a aquellos que solo tienen capacidad de levantarse de la cama, en la etapa cuatro las personas que se movilizan en la cama, y en la etapa cinco los pacientes que permanecen inmóviles en cama. Cada una de estas estapas está asociada a diversas complicaciones y enfermedades que deben ser atendidas por el personal del hogar.
Al realizar la evaluación para determinar la fragilidad de los individuos, se considera una pérdida involuntaria de la masa corporal mayor a 4,5 kilos o mayor o igual al 5%, una disminución de la fuerza de prensión manual del 20%, pobre resistencia como signo de agotamiento, alcanzar una velocidad de 6 o 7 segundos para caminar 4,5 metros y la baja actividad física. La presencia de más de tres criterios califica a la persona como frágil; con dos criterios se considera «pre-frágil» y con uno o ninguno se considera «no frágil».
Se analizó el estado de salud de 174 adultos mayores del hogar Carlos María Ulloa, 103 mujeres y 71 hombres. Se identificó que el 86.21% padecía algún grado de dismovilidad, concentrándose la mayor cantidad de adultos mayores en la etapa de dismovilidad (ETADI) 2-B (52.87%).
En la evaluación de fragilidad la tesista consideró que solo 23 adultos mayores cumplían los criterios de inclusión para valorar la enfermedad. Aunque la muestra es pequeña, se identificó que el 47.83% de los pacientes se podría considerar en estado Frágil y el 17.39% en estado Pre-frágil, con un 34,78% de pacientes considerados en estado no frágil.
Para mejorar la condición de los pacientes se realizan sesiones de fisioterapia. Se identificó que el 47.83% de ancianos internados en el hogar asisten a las sesiones de fisioterapia, mientras que el 52.17% no asiste a las sesiones.
Los resultados del estudio demuestran que más del 86% de los adultos mayores del Hogar Carlos María Ulloa padecen de dismovilidad, existiendo una relación escalonada de tipo ascendente, «donde el grupo de menor edad (de 65 a 74 años) presenta Dismovilidad en un 61.90%, seguido del grupo de 75 a 84 años, con un 86.20%, después le sigue el grupo de 85 a 94 años con un 89.18%, y por último, el grupo de 95 y más años, el cual presenta un 100% de dismovilidad«.
La investigadora indica que del grupo que presenta dismovilidad, casi el 47.82% de la muestra realiza ejercicio, mientras que del grupo que no presenta dismovilidad solo un 4.34% realizaba ejercicios. De estos datos se interpreta que las sesiones de fisioterapia están orientadas a brindar tratamiento a las personas con dismovilidad, pero no a realizar una prevención.
La prevalencia de fragilidad identificó en el 47.83% de la muestra. Al analizar los datos por segmentos de edad se pudo determinar que entre los mayores de 95 años hay una prevalencia de 66.67%, mientras que el el grupo de 65 a 74 años la prevalencia es de 40%. Se presentó mayor nivel de fragilidad entre el grupo de 75 a 84 años, en comparación con el grupo de 85 a 94, lo cual podría indicar que la edad podría no ser un factor influyento para padecer Fragilidad.
Cabezas sugiere realizar más estudios y profundizar en la problemática identificada, para dirigir los esfuerzos de atención a los pacientes de forma más adecuada.
La tesis presentada a FUNIBER puede ser descargada desde este enlace.