El poder de la ignorancia

Hace unos días, uno de los mejores profesores que conozco, y un gran amigo, me pasó un artículo sobre la importancia de decir “no sé” y su efecto en el aprendizaje y el desarrollo personal. En él, se contaba que cuando somos niños centramos todos nuestros esfuerzos en aprender las normas sociales que nos ayudarán a sobrevivir como adultos. Para ello, observamos, evaluamos y preguntamos sin cesar. Los ejemplos que acreditan esta idea son inmensos: ¿cuántas veces hemos tenido que responder a los innumerables “¿por qué?” de un niño de 4 años? ¿Y cuántas otras lo hemos ignorado porqué no podíamos dar una explicación a lo que nos preguntaba? Lo cierto es que la curiosidad se reprime a medida que nos hacemos mayores. Al comenzar el colegio, aprendemos que hay preguntas que no se deben hacer porque los demás se van a reír de nosotros, porqué están fuera del tema tratado o, simplemente, porque hacen “perder” el tiempo al profesor. “La curiosidad mata al gato”, “esto lo estudiaremos otro día” o, incluso, “no seas tonto, eso lo sabe todo el mundo” son palabras que están en la boca de los adultos cuando entramos en la adolescencia. Leer más