Se sabe que la mayoría de pymes no supera los tres años de operaciones porque los miembros de la organización carecen del conocimiento y la experiencia que les permitiría formar una organización que sea sostenible a largo plazo. En muchos casos las empresas optan por crecer en el mercado utilizando el ensayo y error, pero esta estrategia no asegura un desarrollo sostenible de la organización, por el contrario, resta valiosos recursos que pueden mermar la salud de la empresa.
Para obtener una luz que guíe el camino es necesario cierto nivel de experiencia en el mercado, experiencia que puede proporcionarla un mentor, para evitar el derroche de esfuerzo y recursos que demanda la adaptación improvisada a un mercado cada vez más cambiante.
Un mentor puede ayudar a los miembros de una pyme, a afinar la estrategia para enfrentar el mercado. Con su experiencia, puede determinar cuáles son las mejores herramientas a aplicar y puede advertir de peligros para la organización, en situaciones que, de otra forma, los miembros de la pyme no podrían prever.
Un mentor traslada su experiencia a los emprendedores y brinda la oportunidad de aprender directamente de alguien que ya ha recorrido con éxito el sendero empresarial y conoce los peligros a evitar. Por esa razón los emprendedores que inician el arduo reto de iniciar las operaciones de una pyme, deberían evaluar la opción de invertir en un mentor y medir su impacto en el desarrollo de la organización para tener indicadores que nos permitan ver que la empresa va por buen rumbo.
Félix Socorro escribe en degerencia.com, resaltando que la contratación de un mentor en las pymes, durante los primeros años de operaciones, debería considerarse una inversión y no un gasto. El especialista indica que al ser una inversión «se puede establecer el ROI (retorno sobre la inversión) y conocer su impacto en la rentabilidad del negocio y su permanencia, crecimiento y fortalecimiento de marca en el mismo».
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