Establecer el precio de nuestros productos puede marcar una gran diferencia en el rumbo que tomará la organización. El precio no solo refleja el valor real de un producto, también encierra todo el valor subjetivo que le da el usuario a una determinada marca. Actualmente las empresas pueden optar por tres estrategias para fijar el precio de un producto: El precio de subsistencia, el precio de mercado o un precio teniendo en cuenta el valor agregado del producto.
El precio de subsistencia es aquel que se asigna a un producto para cubrir los costos fijos y variables que demanda la producción de un bien o servicio, bajo un esquema que deja poco o ningún margen de ganancias.
El precio de mercado se estabece cuando se fija el valor de venta del producto comparando el precio de nuestros bienes respecto a los precios establecidos por los competidores para bienes similares. Usualmente se establece el mismo precio que los demás competidores, hasta lograr posicionarnos en el mercado.
El precio generado por valor agregado se aplica cuando hemos logrado que un producto se posicione y se diferencie en el mercado. Bajo esta estrategia, tenemos un producto que brinda beneficios o posee características que no tiene otro producto del mercado. En este caso el producto o servicio permite establecer un precio alto, dependiendo del segmento del mercado que deseamos alcanzar.
El precio fijado determinará en muchos casos el segmento de mercado en el que se desenvolverá la empresa y la velocidad de evolución en el mercado.