Un estudio realizado por la Universidad de Zagreb, en Croacia, reveló que mantener una rutina de ejercicios durante la fase de gestación ayuda al desarrollo de fetos saludables. Los investigadores manifestaron que el efecto positivo de la actividad física de la madre sobre el crecimiento fetal podría ser causado por la influencia que tiene el ejercicio sobre la tolerancia a la glucosa. Se recomienda a los entrenadores, kinesiólogos y el personal dedicado al cuidado de la salud, que procuren obtener la formación necesaria que les permita conocer los beneficios del ejercicio regular durante el embarazo y los ejercicios físicos que resultan seguros durante la gestación.
Se ha identificado que la restricción de crecimiento intrauterino (RCI) y el peso excesivo al momento de nacer, están asociados a diversas complicaciones tanto para la madre como para el recién nacido. Los investigadores indican que, cuando un bebé supera los cuatro kilos puede causar en la madre hemorragia postparto, obligar a una cesárea, traumas de nacimiento, y el riesgo de desarrollar obesidad y diabetes mellitus. Por otro lado, los niños que nacen de madres que padecen de RCI tienen mayor riesgo de padecer enfermedades asociadas a un nacimiento prematuro, incluyendo enfermedades pulmonares crónicas, o enterocolitis necrosante. Los niños afectados por la RCI pueden padecer de retardo cognitivo, reducción del rendimiento escolar, baja estatura y desórdenes neurológicos.
Se calcula que la incidencia de macrosomia y el RCI alcanza entre el 15% al 20%, cusando un problema serio para los países en vías de desarrollo. Muchos estudios se han centrado en el estudio de los beneficios que proporciona el ejercicio durante ciertas etapas del embarazo, mas esta investigación se enfocó en el estudio de los beneficios que proporciona el ejercicio regular a lo largo de los tres trimestres del embarazo.
Las mujeres embarazadas que participaron del estudio realizaron rutinas de ejercicio moderado, considerando un periodo de calentamiento de cinco minutos, ejercicio aeróbico de 30 minutos, estiramiento 10 minutos y una rutina de relajación de 5 minutos. El ejercicio se realizó 3 veces a la semana durante todo el embarazo, bajo supervisión de un kinesiólogo experto. Se realizaron las prácticas llegando a una tasa de latidos del corazón equivalente al 60% o 70% del máximo tolerado.
Se calcula que la intensidad del ejercicio durante las rutinas variaba entre 2.5 en la escala del equivalente metabólico de tareas (EMT) durante la introducción y el estiramiento, hasta 4 EMT durante el segmento principal de la sesión de ejercicios. Se hizo seguimiento también a un grupo de control que no participó de las rutinas de ejercicio.
Las mujeres visitaron al médico y se sometieron a controles en cuatro ocasiones durante el embarazo. La primera al inicio del embarazo, alrededor de la octava semana de gestación, para recolectar los datos básicos y confirmar los signos vitales del feto con el ultrasonido; la segunda visita, a mitad del segundo semestre, incluyendo un ultrasonido para verificar el normal desarrollo del feto, además de datos de la madre, y solo después de verificar un normal desarrollo del embarazo se permitía a las mujeres continuar en el estudio. La tercera visita se realizaba a la mitad del tercer trimestre para descartar complicaciones, y la cuarta visita seis semanas después del parto para registrar la evolución del niño.