measure-by-s-at-200-flickrNuestra imagen corporal es-muchas veces- el resultado de la combinación de tres factores (biológico, psicológico y socio-cultural) junto con los aspectos que en ellos intervienen (edad, autoestima, aceptación social, etc.).  Bajo ese precepto, existe el riesgo de presentar trastornos alimenticios, como la anorexia y bulimia. Problemas que la mayoría de veces son relacionadas a las adolescentes. Sin embargo, diversos especialistas alertan la existencia de estos males en niñas e incluso en hombres.

Muchos padres no toman en cuenta algunas señales que emiten sus hijos, tal vez porque los ven muy pequeños como para que piensen en cuidados estéticos del cuerpo. Mas, según el registro de los consultorios psicológicos platenses y la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia en la Argentina, algunas niñas manifiestan que tienen miedo a engordar desde los 8 años.

Dichos trastornos entre los 8 y los 13 años, conocidos como de inicio temprano, precoz o prepuberales, tienen características muy similares a las que se aprecian en la adolescencia, aunque la diferencia, según la coordinadora de la Unidad de Hospitalización de Trastornos de Alimentación del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús en Madrid, radica en que estas niñas no cuentan exactamente lo que les ocurre porque no tienen capacidad de abstracción para verbalizarlo. Algunas dirán que tienen miedo a engordar, pero en más de la mitad de los casos son incapaces de explicar los motivos por los que no comen.

De otro lado, la presencia de estas enfermedades en los hombres ha ido en aumento en los últimos años, siendo los medios de comunicación uno de los principales responsables de estos trastornos ya que imponen un estereotipo masculino bello, exitoso, inteligente y con muy buen físico, que generalmente dista mucho de la realidad convirtiéndolos en seres frustrados al ver que su imagen no coincide con la impuesta,  desencadenándose un nuevo disturbio psicológico conocido como vigorexia.  Esta afección, que se extiende entre los varones, obliga a los enfermos a alimentarse en forma compulsiva con la finalidad de ganar peso, luego estos sujetos pasarán excesivas horas ejercitándose en el gimnasio para lograr ganar masa muscular, y de esa manera encajar en el molde establecido por el entorno social.

Factores de riesgo
El estrés emocional, generado por eventos significativos en la vida, con frecuencia precede el inicio de un trastorno alimenticio en personas susceptibles.  Las personas con trastornos emocionales, como depresión, trastorno obsesivo compulsivo, y trastornos de ansiedad, tienen mayor riesgo de desarrollar este tipo de problemas.

Las influencias negativas dentro de una familia pueden ocasionar anorexia y bulimia. Algunos estudios sugieren que estos trastornos son más frecuentes en personas en quienes uno o ambos padres son sobre protectores, imparciales, críticos, rígidos, o inefectivos para resolver conflictos.

El calificativo “gordo” (en los niños) tiene connotaciones de malo, feo y sucio, lo cual debe poner en alerta a los padres para evitar que alguien, o ellos mismos, ofendan a sus hijos.

Presiones Sociales y Culturales
Los estándares de belleza en la cultura occidental se enfocan en la juventud y delgadez. La publicidad, por ejemplo, presenta imágenes de personas delgadas, bellas y exitosas, provocando que los espectadores quieran pertenecer a ese círculo.

Asimismo, eventos traumáticos como mudanzas, muerte de un ser querido, cambio de escuela, pone en riesgo la salud sicológica de los niños. Estudios revelaron que el 35% de las personas que padecen bulimia posiblemente han enfrentado algún tipo de abuso sexual.

Pedir ayuda es lo principal
Si alguien está sintiéndose más gorda(o) que antes a medida que se acerca la navidad o el verano, es porque necesita desahogar sus sentimientos.  Entonces es importante hablar, escribir, buscar la manera de exteriorizar aquellos sentimientos. No pensamientos, sino sentimientos. ¿Qué siente? Pensar en la comida, el cuerpo, la gordura es una forma de evadir los sentimientos.

Tratamiento
Es primordial la consulta y el tratamiento desde la niñez porque si los trastornos alimenticios no se solucionan durante esta etapa pueden desencadenar una fobia social durante la adolescencia. Dichas enfermedades requieren de una psicoterapia individual y familiar, a veces es necesario el uso de algún tipo de antidepresivo (en el caso de jóvenes y adolescentes) pero solo en casos extremos.

La terapia consiste en elevar la autoestima de la persona y enseñarle a balancear su comida y sus niveles de stress. Para ello existen muchas clínicas especializadas, el costo y la duración del tratamiento varía de acuerdo al lugar. El apoyo por parte de los seres queridos es importante en la recuperación. Si no se cuenta con los recursos económicos necesarios para costear el tratamiento, un buen psicólogo y mucho apoyo moral serán suficientes.