(Boletín Funiber 08 – 2009) Diversos estudios indican que los anuncios publicitarios inducen a malos hábitos alimenticios entre los televidentes. Esta nociva influencia no está determinada por el grupo etario o el sexo del espectador, pues afecta a niños y adultos sin distinción. Investigaciones desarrolladas por la Universidad de Yale, la Harvard School of Public Health y otras entidades especializadas en salud pública, muestran una estrecha relación entre el número de horas que se pasa frente al televisor y el deterioro de los hábitos nutritivos de las personas.
Un estudio reciente de la Universidad de Yale destacó que la televisión conlleva a un aumento en el consumo de refrigerios entre niños y adultos, lo que ocasionaría un aumento de peso en niños norteamericanos. Los científicos de la universidad llevaron a cabo la investigación mediante una serie de experimentos, en los que evaluaron los efectos de la exposición a anuncios de comida que se muestran en la televisión.
La prueba realizada con niños en la Universidad de Yale, demostró que al exponer a niños entre siete y once años a anuncios publicitarios relacionados con comida, los infantes reaccionan comiendo un 45% más de refrigerios que el grupo de niños que vieron programas sin comerciales relacionados a comida. Este incremento de consumo de refrigerios significaría el aumento de peso en 4.5 kilogramos por año en los niños.
Otra prueba realizada en Yale entre un grupo de adultos, demostró que aquellas personas que vieron anuncios de alimentos no saludables consumieron mayor cantidad de comida que aquellos que fueron expuestos a mensajes de orientación sobre una buena nutrición.
La autora de este estudio, Jennifer Harris, directora de iniciativas de mercadeo del Centro Rudd de políticas alimentarias y obesidad de la Yale, manifestó: «Esta investigación muestra una relación directa y potente entre la publicidad de comida en la televisión y las calorías consumidas por adultos y niños». Harris resalta además: «La publicidad de alimentos desencadena un consumo automático, que no tiene que ver con el hambre, y es un factor contribuyente significativo a la epidemia de obesidad. Reducir los anuncios de comidas malsanas para los niños es esencial», enfatizó.
En España
Otro estudio, desarrollado en Plasencia por el departamento de enfermería de la Universidad de Extremadura, por encargo de la Consejería de Sanidad y Consumo de la Junta de esta comunidad, revela que «La visualización abusiva de la televisión consume el tiempo que los niños deben dedicar al juego y deporte, estimula el «picoteo» de chucherías y la inclusión en la dieta de los productos alimenticios anunciados, muy calóricos y poco nutritivos, que fomentan trastornos nutricionales como la obesidad e hipercolesterolemia».
Pero los riesgos que implica la televisión no se limitan a la obesidad, sino que implica también un riesgo para la salud psicológica de las adolescentes.
El informe de la Universidad de Extremadura destaca que ver televisión favorece además «la aparición de graves trastornos del comportamiento alimentario como la anorexia y la bulimia nerviosas, especialmente cuando se ve de forma crítica cierta programación que tiende a crear una obsesión social por el culto a los cuerpos esbeltos y perfectamente modelados, pero que paradójicamente fomenta el sedentarismo y el consumo de alimentos muy energéticos».
El estudio realizado en la comunidad española, se centró en la población escolar de niñas de 10 a 14 años y se involucró a los padres para obtener referencias de los productos alimenticios preferidos por las niñas y que eran anunciados en los espacios publicitarios.
Estudio de Harvard
Los niños son una población con pocas defensas contra los anuncios publicitarios. Un estudio realizado por investigadores de la Harvard School of Public Health, que fue publicado en la revista Pediatrics, señala que «el número de horas dedicadas a mirar televisión es inversamente proporcional al consumo de frutas y verduras entre adolescentes. Esta asociación podría ser resultado del reemplazo de las frutas y vegetales en las dietas de los jóvenes por aquellas comidas anunciadas por televisión».
El estudio desarrollado por los investigadores de Hardvard tomó como muestra a 548 estudiantes de escuelas públicas, los niños en promedio tenían 12 años y se observó la evolución de sus hábitos alimenticios en relación a la exposición a la televisión.
Los estudios arriba mencionados determinan que la televisión es un instrumento que incide de manera importante en el desarrollo de las enfermedades de la alimentación como el sobrepeso y la obesidad, por tanto resulta recomendable fomentar una actitud crítica en los niños y adolescentes hacia este medio de comunicación, y sería deseable que en las escuelas se fomente una cultura de alimentación sana y actividad física.
Fuentes:
http://pediatrics.aappublications.org/cgi/content/abstract/112/6/1321
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1402877&orden=187317&info=link