Estudios han demostrado que los radicales libres pueden intervenir en procesos patológicos cognitivos, y también se ha demostrado que la ingesta regular de vitamina E permite reducir los niveles de radicales libres tóxicos en la sangre. Teniendo en cuenta estos hallazgos, investigadores realizaron una revisión de estudios clínicos, procurando obtener evidencias de la eficacia de tratamientos de suplementación con vitamina E, tanto para tratar enfermos con estados de deterioro cognitivo leve, como en tratamientos para evitar la progresión de estos pacientes hacia una eventual enfermedad de Alzheimer.
El Estudio AD (Alzheimer Disease Study) procuraba identificar la efectividad de la vitamina E en la prevención de los males antes mencionados al mantener como medida de evolución primaria un punto final de cuatro circunstancias: el deceso del paciente, la necesidad de hospitalización, el diagnóstico de demencia severa o la imposibilidad de cumplir con dos de tres actividades básicas en la vida diaria. Como medida de control los investigadores medían el tiempo transcurrido hasta que se verificaba una de las condiciones antes indicadas. Para efectos del estudio se consideró diagnosticar de demencia a aquellos pacientes que obtuvieran tres puntos en la escala CDR (Clinical Dementia Rating).
Los resultados obtenidos a partir de este estudio son mixtos. Por un lado los pacientes que alcanzaron alguno de los estadíos avanzados de enfermedad fue más alto en el grupo de placebo (74% o 58 de 78 pacientes) que en el grupo al que se le suministró vitamina E (58% o 45 de 77 pacientes). Sin embargo los pacientes que sufrieron recaídas eran más numerosos en el grupo de vitamina E que en el de placebo (12 de 77, contra 4 de 78). En base a las cifras obtenidas los investigadores determinaron que no resulta posible interpretar los resultados suministrados por este estudio para cada uno de los puntos finales por separado, y tampoco fue posible interpretar las medidas de evolución secundarias como la cognición, el grado de dependencia, los trastornos de conducta o la imposibilidad de cumplir las actividades diarias.
El Estudio MCI («Mild Cognitive Impairment Study») fue un experimento que contó con 769 participantes, 257 en el grupo de vitamina E, 259 en el de placebo y 253 en un tercer grupo de receptores de donepecilo. Para efectos de la revisión no se tomó en cuenta al último grupo de pacientes. Este estudio estableció como medida de evolución primaria el tiempo que transcurría hasta la progresión del estado de deterioro cognitivo leve a enfermedad de Alzheimer confirmada o presunta. Del total inicial de 769 sujetos progresaron a demencia 214, de los que 212 fueron considerados con Alzheimer confirmada o presunta.
No se pudo determinar en este estudio una mejoría por efecto del suministro de vitamina E, pues no se observó una mejoría en los pacientes respecto a los resultados obtenidos en el grupo de placebo, al considerar la evolución de ambos grupos a una enfermedad de Alzheimer confirmada o presunta. Tampoco se encontró diferencia en cuanto a episodios adversos pues cinco pacientes de cada grupo murieron, en tanto que debieron abandonar el tratamiento 72 pacientes del grupo de vitamina E y 66 en el de placebo.
Los especialistas a cargo del análisis de los documentos concluyen que «Prácticamente no existen estudios que aporten evidencia confiable sobre la administración de vitamina E a pacientes con deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer. De sólo dos ensayos clínicos seleccionados, uno muestra cierta ventaja de la suplementación vitamínica, aunque con datos muy incompletos, y el otro no halla diferencia entre los receptores de vitamina E y los de placebo. Para dilucidar esta cuestión será necesario emprender trabajos más adecuados, que abarquen muestras de pacientes de suficiente tamaño y cuenten con diseño y lapsos de seguimiento satisfactorios».
Datos de contacto: Dr. M.G. Isaac, Old Age Psychiatry, Sussex Partnership NHS, Milton Court Resource Centre, Milton Road, Eastbourne, East Sussex, UK, BN21 1SL.